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Actualizado: 29 de julio de 2025


Su primera liga con los Cantones suizos, que le aseguró la independencia, tuvo lugar á mediados del siglo XV, pero su entrada definitiva á la Confederacion no se efectuó sino al principio del XVI. Los sucesos de 1798 produjeron la reforma de las instituciones que les negaban derechos á los paisanos; y, á pesar de la reaccion de 1814, el Canton está regido desde 1834 por una constitucion liberal y democrática, análoga en lo sustancial á las de otros cantones de gobierno popular representativo.

Otros mostrábanse malhumorados y negaban rotundamente cuando se les suponía tal origen; pero él lo ostentaba con cierta satisfacción, como queriendo hacer de ello un título de gloria. Nada debo a nadie exclamaba al regañar a sus dependientes . A nadie me ha protegido. Los míos me dejaron como un perro en medio de esa plaza.

Que abandonara esa vida de vagancia, que se hiciera hombre de provecho, que trabajara... ¡Trabajar Agapo! ¡si apenas podía llevar su alma a cuestas! sus brazos colgaban lánguidos de los hombros, sus piernas se negaban a sostenerle mucho rato y hasta su pensamiento era tardo y perezoso, como obrero holgazán que ama el descanso.

Resultaba muy difícil enviar dinero á París, y el valor de los rublos descendía vertiginosamente. Los millones pasaban á ser en Francia simples centenas de mil. La movilización militar había dejado las minas sin brazos; los productos no obtenían salida; los mujiks, viendo sus hijos en el ejército, se negaban á pagar y hasta á trabajar.

El Mayor General José de Jesús Monteagudo, comandante en Jefe del Ejército de la República, puede en justicia sentirse orgulloso y satisfecho de haber logrado lo que ningún general europeo ni americano pudo jamás lograr: aplastar en poco tiempo una revolución de guerrilleros montañeses que se negaban sistemáticamente á combatir.

Hubo un instante en que pensó que no podía moverse; los miembros entumecidos se negaban a obedecer a su voluntad. Hizo un esfuerzo, sin embargo, como si tratase de romper una tela que le sujetara, y se puso en pie. Se dirigió con paso vacilante a su cuarto. La luz del quinqué que ardía sobre la mesa le hirió de tal modo que estuvo a punto de caer ofuscado.

D. Baltasar volvió sin resolución ni desengaño, y en la ausencia había pasado el suplicante de la estrechez á la miseria por más y más humildes habitaciones en la calle del Temple y faubourg Saint-Victor . En 1608 se mudó á la calle de la Cerisaie, cerca del Arsenal y de la iglesia de San Pablo; á ésta iba frecuentemente á demandar á Dios el consuelo que los hombres le negaban , y en el tiempo que los achaques y las oraciones no exigían, entretenía el espíritu ejercitando la pluma siempre activa.

Una joven de quince años, catorce oficialmente, se adelantó, y colocada cerca de la mesa recitó con desparpajo una filípica un tanto moderada por los eufemismos de la retórica jesuítica, contra los materialistas modernos, que negaban la inmortalidad del alma.

Los facinerosos los robaban sin temor i vergüenza i con entera libertad; porque ¿quién habia de prestarles socorro en sus peligros, cuando los magistrados les negaban en sus causas la justicia? Y así vivian, sin tener facultades para gobernar en lo licito sus haciendas, sus casas, sus hijos i sus mujeres.

Esta mujer es una Marquesa. Su título no es menester decirle. La llamaremos por su nombre de bautismo, como si tuviésemos con ella la mayor intimidad. La llamaremos Elisa. Hacía cerca de tres años que se había quedado viuda. No llegaba aún a los treinta de edad. No tenía hijos. Era riquísima y muy elegante. Ni sus más acérrimas enemigas negaban que era discreta, ingeniosa, divertida y alegre.

Palabra del Dia

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