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Actualizado: 29 de julio de 2025
Por lo menos no habría hombre de mediano sentido práctico que no diera todas aquellas hermosuras por uno de los rizos que caían en desorden sobre su frente, alborotándose más y más con los rápidos movimientos del baile. Cuando ya tenía las mejillas encendidas como amapolas y los pies se negaban á separarse de la tierra, quedó inmóvil, y empezó á darse aire con el pañuelo.
Y que por cuanto antecedentemente por los judios se habia declarado que en esta ciudad y obispado se habia cobrado por los 30 dineros 3 maravedis y 4 dineros por el alvalá, lo que nuevamente negaban dichos judios, pidió el cabildo que interin acudia al rey se le dejase cobrar á razon de dichos 3 maravedis; en cuya consecuencia se consintió por los alcaldes se cobrasen, y prometieron no se molestaria á las personas que los recojan:» lo cual está firmado por Pedro Gonzalez y Alfon Martinez, escribanos públicos.
Cantaba misa el hijo de don Aquilino; carta de don Rosendo describiendo la conmovedora ceremonia, y elogiando la voz clara, y sonora y la serenidad del joven presbítero. Si las mareas eran altas y fuertes y arrancaban algunas piedras de la punta del Peón; carta. Si los buques de Bilbao se negaban a recibir a bordo los prácticos de Sarrió; comunicado.
Cincuenta francos entregados á tiempo realizaron el milagro de procurarle un pedazo de cartón numerado, cuya conquista representaba, para muchos, días enteros de espera. Es para hoy mismo dijo á su camarada . Debes salir en el tren de esta noche. El equipaje no exigió grandes preparativos. Los trenes se negaban á admitir otros bultos que los que llevaban á mano los viajeros.
Y si la ferocidad de la rebelde inspiraba terror, nadie perdonaba los celos de la mujer: hasta los más indulgentes para con los delitos de amor, negaban a la pasión de la nihilista toda buena cualidad; la juzgaban fría, dura, salvaje. Y mientras la nihilista aparecía de ese modo bajo una triste luz, los detractores de Zakunine, sin desdecirse del todo, reconocían la inocencia de éste.
Ese día Marta declaró que le era imposible levantarse de la cama; no sentía vivos dolores decía, pero sus piernas se negaban a llevarla. Así veía yo adelantar el desastre, cada vez más amenazador. No podía esperar más: «Ven a cumplir tu compromiso mientras todavía es tiempo» escribí a Roberto.
Desgraciadamente, sin saber él mismo por qué, la convicción de que su esposa le estaba engañando, entraba en su alma y se enseñoreaba de ella. Cuando había venido a Tejada a pie, hacía dos meses escasos, esta convicción no quería entrar. Por mucho que hacía para convencerse de que la delación del periódico era verdad, su mente y su corazón se negaban a darle asenso.
Sí, Italia es más bella hasta en sus infortunios, en sus ruinas, en sus lágrimas; pero bello es tambien un pueblo cuya infatigable creacion ha sabido dotarse de una escuela que no está en su índole; una escuela en cuya formacion ha tenido que lograr del deseo y del trabajo, lo que le negaban la tradicion y el genio: bella es esta Francia agrupando á sus hijos bajo el sentimiento generoso de un arte suyo.
Cada uno de nosotros tenía un pico ó una barreta, y solo nos ocupábamos de ir amontonando los objetos que cada cual hallaba en los desmoronamientos que producía. Había, sin embargo, que descansar, pues nuestros brazos se negaban á los deseos de nuestro espíritu.
Esta suposición absurda que Ulises formuló mentalmente, con incrédula y triste sonrisa, se repitió al mismo tiempo en el pensamiento simple de muchas gentes de la Marina. Se negaban á creer en su muerte. Un brujo no se ahoga. Habría encontrado abajo algo muy interesante, y cuando se cansase de vivir en las verdes profundidades volvería nadando á su casa. No; el Dotor no había muerto.
Palabra del Dia
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