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Actualizado: 29 de junio de 2025


Los que negaban el suicidio, triunfaban al ver confirmados los razonamientos que habían opuesto a la increíble hipótesis: pero en el otro lado no era muy grande el desencanto, pues a pesar del secreto de la instrucción judicial, se sabía que Alejandra Natzichet, al matar a la Condesa, no había hecho más que obedecer al deseo, casi a la intimación de su desesperada víctima.

La pobre niña, sin comprender qué significaba aquel cambio, sintió su pequeño corazón apretarse; exploraba con sus bellos ojos profundos los semblantes y trataba de descifrar el enigma que guardaban. Se hizo más grave, más recelosa, más tímida. Y como viera que le negaban los juguetes o las golosinas que antes le otorgaban a manos llenas, se abstuvo de pedirlos.

Presenció en el seno de la Asamblea nacional disputas acaloradas, y encontró en los diputados unos hombres de talla común, que tenían el mismo prurito que los periódicos: la inmodestia de decir cada uno de propio, córam pópulo, lo que todos los demás les negaban: que eran lo mejorcito de la casa, y de lo poco que en virtudes cívicas, y hasta domésticas, se encontraba por el mundo.

Todos los días enviaba á las oficinas encargadas del socorro de los prisioneros grandes paquetes de víveres destinados á su hijo. Al final se negaban á admitirlos. No podía ocuparse el servicio únicamente en socorrer á un simple protegido de la duquesa de Delille. Había miles y miles de hombres que estaban en su misma situación.

La Primada perdía muchos de sus derechos; los arrendatarios se hacían dueños valiéndose de los apuros del Estado; los pueblos se negaban a pagar sus servidumbres feudales, como si el hábito de defenderse y hacer la guerra les librase para siempre del vasallaje.

Era éste raquítico, sarmentoso y descuajaringado. Cada pieza de él estaba mal avenida con la inmediata: las piernas se negaban a sostener el tronco; el tronco forcejeaba por desprenderse de la cabeza, y los brazos andaban de acá para allá sin saber a qué arrimarse, porque en todas partes estorbaban y de todas partes se caían.

Nadie ha guardado un extracto de esta disputa de Salamanca; únicamente se sabe que los catedráticos negaban a Colón que en unos años pudiese ir y volver, como afirmaba, desde España a la costa oriental de Asia. Y en esto tenían razón: ellos estaban en lo cierto.

Ayer tuviste que tomar la mitad de tu género al fiado.... Además, en una semana parece que hayas vivido varios años. Pero después de la cuerda reprimenda, volvió á sonreir con su eterna sonrisa de duda. En fin, ¡si eso te divierte!... ¡Si encuentras en ello tu felicidad!... La vieja marchó apresuradamente hacia el cinema, á pesar de sus piernas entumecidas que casi se negaban á sostenerla.

Las nuevas generaciones desconocían a los viejos, se negaban a recibir de sus brazos, fatigados y débiles, el fardo de odios y esperanzas. Salvatierra miraba con tristeza al grupo de los trabajadores. No le conocían o fingían no conocerle. Ni una sola mirada se había fijado en él.

Y vio blancos esqueletos velando como tétricos ángeles a las puertas de las ciudades que eran su obra, vigilando el rebaño apriscado en su interior, repeliendo como reses malditas a los locos irrespetuosos que se negaban a reconocer su autoridad.

Palabra del Dia

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