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Actualizado: 3 de junio de 2025


Los dignos individuos que con la lengua de metal rendían tributo de admiración y entusiasmo a los redactores del Faro, fueron obsequiados por éstos con vino de Rueda y cigarros. La alegría rebosaba de todos los pechos y se desbordaba en abrazos tan fuertes como espontáneos. Don Rosendo abrazaba a Navarro, Alvaro Peña a don Rudesindo, don Rufo a Sinforoso, y don Pedro Miranda al impresor Folgueras.

Figuraba el gacetillero que don Rosendo llevaba al Duque al Saloncillo y le iba presentando uno por uno los hombres más notables que allí se reunían. Con tal motivo se hacía innoble chacota de don Rudesindo, don Feliciano Gómez, Alvaro Peña, don Rufo, Navarro y otras respetabilísimas personas.

Empleando argumentos ingeniosos, y a ratos la fuerza, pudo calmarle repitiendo lo del loco conducido por locos. Su Majestad no vendrá todavía añadió . Yo te juro por el nombre que llevas que serás el primero que sepa su llegada. Poco después Navarro dormía, y en su febril sueño recibió a Su Majestad, le rindió pleito homenaje; oídas sus órdenes, le llevó consigo al teatro de la guerra.

Con este talante y acompañamiento, y un asistente inglés tan gaucho y certero en el lazo y las bolas como el patrón y los parientes, emigraba el joven Navarro para Coquimbo; porque joven era, y tan culto en su lenguaje y tan elegante en sus modales, como el primer pisaverde; lo que no estorbaba que cuando veía caer una res, viniese a beberle la sangre como un salvaje.

Conforme los sacaba los iba poniendo sobre el velador y miraba el rotulillo que de su puño y letra estaba escrito en cada uno. ¿Qué es eso? preguntó Navarro picado de curiosidad, sospechando que su amigo había puesto tienda de comestibles o droguería. Esto es tierra de la ruta de San Ignacio en Manresa, reliquia que solicitan mucho las personas devotas.

D. Adolfo Saldias, en un meditado trabajo sobre el tipo histórico y social del gaucho. El Dr. D. Miguel Navarro Viola, en la última entrega de la Biblioteca Popular, estimulándonos, con honrosos términos, á continuar en la tarea empezada.

Ocupaciones graves, gravísimas repitió Navarro, frotándose las manos . Por ahora sólo te diré que, si es verdad lo que me has dicho, resultará que eres digno de admiración. Yo no te la niego, y en cuanto a tenerte cariño. Yo me entenderé. El cariño no es cosa de quita y pon. Ya creo que siento un cierto interés por ti y que no me gustaría verte desgraciado. Pórtate bien, y veremos.

No, no, no dijo Navarro demostrando grandísimo dolor , yo no soy Zumalacárregui, yo no soy lo que mi cerebro abrasado y enfermo me fingió. De repente, lo mismo que se rasga un velo, se ha roto en mi cerebro no qué cortina de telarañas, y aquí me tienes con una claridad en el pensar y un tino en el discurrir cual creo no los he tenido en mi vida.

Nada particular puede decirse de su vida . Como ya se le menciona en la obra de Antonio Navarro, antes citada, así como en el Viaje al Parnaso, su nacimiento debió ocurrir, lo más tarde, en el último tercio del siglo XVI; sin embargo, hubo de escribir para el teatro ya adelantado el XVII, porque su nombre se lee en la gran colección de Comedias escogidas, cuyo primer volumen apareció en 1652, y por cierto con frecuencia, debiendo advertirse, que, con pocas excepciones, las que se enumeran en esa compilación pertenecen siempre á poetas existentes.

; también D. Felicísimo me habló de él esta mañana.... No me acuerdo de su nombre... pero lo apunté y aquí debe de estar. Diciendo esto el buen jesuita metía la mano y después el brazo hasta el codo en el infinito bolsillo. No se moleste usted dijo Navarro tomando la carta de D. Felicísimo que abierta sobre el velador estaba, y mostrándosela a su amigo . ¿Es este su nombre?

Palabra del Dia

rigoleto

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