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Actualizado: 24 de junio de 2025
Costear plantas de la Habana, mandar agentes a los ingenios del Brasil para estudiar los procedimientos y aparejos, destilar la melaza, todo se había realizado con ardor y suceso cuando Facundo echó sus caballadas en los cañaverales y desmontó gran parte de los nacientes ingenios.
Prohijada por el feudalismo, aceptada por la Iglesia, admitida por la potestad real cuando acababa apenas de salir de los modestos focos de la plebe emancipada, sirvió admirablemente á los intereses y designios de cada una de estas clases en su desarrollo sucesivo: dió á los altivos señores feudales y á los reyes castillos y palacios, espaciosos por dentro para contener un numeroso séquito, sombríos y de dificil acceso por de fuera para imponer respeto y resistir los asedios; dió á las nacientes corporaciones municipales y á la clase popular, casi toda á la sazon de traficantes y mercaderes, casas de ayuntamiento, mercados, lonjas, bolsas, tribunales, y fuertes murallas para defender sus conquistados derechos; dió á la Iglesia un brillante simbolismo, templos desahogados y capaces, mas acomodados al grande incremento de las poblaciones que las pequeñas y sombrías iglesias erigidas en los siglos XI y XII segun las inflexibles reglas del arte monástico.
Pedro González de Mendoza. Fiestas y diversiones poéticas en la corte de Juan II. La comedieta de Pouza. Las estrofas de Mingo Revulgo. Poesías dialogadas de El cancionero general. Leyes contra la representación de dramas en las iglesias. El último ataque enérgico é impetuoso de los infieles contra los señoríos cristianos nacientes, acabó en 998 con la derrota de sus autores.
Allá, en la orilla de aquel precioso río artificial rodeado de verde musgo y sobre el cual inclinaban los árboles sus hojas nacientes, Sorege tuvo conciencia de su pérdida inevitable y tembló de miedo y de cólera. Pero no pensó en capitular; antes al contrario, se afirmó en el propósito de luchar hasta el último extremo, aunque hubiera de perecer.
Sus árboles frutales son exquisitos, su pequeña siembra de maíz, de trigo, de chícharo y de lenteja, le ha producido de luego a luego una cosecha regular. Ha plantado un pequeño viñedo, y a él he encargado precisamente de cuidar mis moreras nacientes y que están colocadas en otro lugar más a propósito por su temperatura.
El comienzo de la difícil empresa vino a recoger su desparramada energía. Hasta entonces, Ramiro divagaba por el mundo desmesurado y quimérico de las ambiciones nacientes. Pasábase las horas y las horas imaginando hazañas inauditas o exaltando ansias de imperio y de grandeza, que él miraba luego colmarse una a una, a lo largo del porvenir, como tinajas de subterráneo tesoro.
Los árboles añosos de la Rambla se cubrían de hojas, y en sus frondas nacientes chillaban miles de pájaros con la tenacidad ensordecedora de las cigarras, persiguiéndose de tronco en tronco, dejando caer sobre la muchedumbre que circulaba por abajo el olvido casi líquido de sus flojos intestinos.
El conde de Cavour metió 15.000 hombres por una rendija en Crimea, y luego los maniobró tan bien, que hizo la unidad italiana. Nuestros nacientes países no tienen hoy un propósito tan vital que perseguir; pero los resultados de una aproximación general y las ventajas de marchar en la misma línea de las grandes naciones, tan sólo sea una vez, pueden ser de incalculable importancia...
Más allá de los campos estaban las ciudades, las grandes aglomeraciones de la civilización moderna, y en ellas otros rebaños de desesperados, de tristes, pero que repelían el falso consuelo del vino, que bañaban sus almas nacientes en la aurora de un nuevo día, que sentían sobre sus cabezas los primeros rayos del sol, mientras el resto del mundo permanecía en la sombra.
Ella confesaba haber tenido placer en bailar con Huberto Martholl... Los celos nacientes envenenaban las deducciones de Juan: estrechada tres veces por aquel Huberto Martholl, María Teresa lo prefería a todos los demás... Para que esto sucediese ¿qué le habría dicho ese hombre? ¿Qué encanto misterioso había ejercido sobre ella? ¡Ah¡ el sonido melodioso de su querida voz martillaba el alma de Juan, martirizándolo, enloqueciéndolo hasta el punto de hacerle transformar las simples palabras: «Lo prefiero a todos los demás, porque baila admirablemente el boston,» en una ardiente confesión de amor.
Palabra del Dia
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