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Actualizado: 1 de mayo de 2025
El cuarto contenía las piedras sueltas y al descubrirlo un murmullo de admiracion resonó en la sala, Sinang volvió á castañetear con la lengua, su madre la volvió á pellizcar no sin soltar ella misma un ¡Sus María! de admiracion. Nadie había visto hasta entonces tanta riqueza.
La admiraban por su hermosura física de bello animal sano, vigoroso y de líneas correctas. Cada vez que en el polo-water se arrojaba en la piscina de cabeza, sin más vestido que un ligero mallón de muchacho, el público lanzaba un murmullo aprobador, á pesar de la identidad de sexo.
Su entrada en los teatros y paseos de Sevilla levantaba siempre un murmullo de admiración en la gente: los forasteros se apresuraban a preguntar a los naturales: ¿Quién es esa joven? ¿Le gusta a V., verdad? solían contestar chuscamente, pues tenga V. cuidado, porque es de mírame y no me toques.
Mientras bajaba lentamente del púlpito estalló en la iglesia rumor de muchedumbre inquieta, y de los labios de los fieles salió un murmullo de aprobación. En seguida, todos comenzaron a salir, ansiosos de sustraerse, a pesar de su devoción, a la pesada y sucia atmósfera del templo.
Mas de repente sintieron un rumor que no provenía de ellos. Todos miraron al techo, y como no veían nada, se contemplaban los unos á los otros, riendo. Oíase gran murmullo de alas rozando contra la pared y chocando en el techo. Si estuvieran ciegos, habrían creído que todas las palomas de todos los palomares del universo se habían metido en la sala. Pero no veían nada, absolutamente nada.
Cuando iba los domingos a la iglesia para oir la misa de once, que era la más concurrida, nunca dejaba de levantar su presencia un murmullo reprimido de curiosidad en las mujeres, de admiración en los hombres. Aquel aire de princesa que ponía fuera de sí a las señoras, era lo que más placer causaba a los caballeros.
Luego hubo un murmullo, seguido de una especie de ruido tumultuoso: se diría que los circunstantes, viéndose ya libres de la influencia del encanto mágico que los había transportado á las esferas en que se cernía el espíritu del orador, estaban volviendo de nuevo en sí mismos, aunque todavía llenos de la admiración y respeto que aquel les infundiera.
Pero el hilo de brillantes palabras se le escapaba otra vez, y obligado á improvisar, terminó solemnemente: ¡Adelante, señores! El honor... es el honor; y las leyes de los caballeros... son las leyes de los caballeros. Sonó á sus espaldas un murmullo de aprobación. Era la voz del antiguo revendedor de billetes de teatro. «¡Bravo! ¡Muy bien!» Pero no quiso enterarse.
Yo escucho de tu voz el blando arrullo en la brisa que juega con la rosa, yo percibo tu acento en el murmullo de cristalina fuente temblorosa. Yo soy la nube que perdida flota en la extensión azul, tú eres el viento; yo soy del arpa la dormida nota que trocará tu mano en dulce acento.
Sin embargo, como unos tres minutos después, me pareció oír un vago murmullo de voces, y entonces, apagando rápidamente la luz, corrí una de las pesadas cortinas de mi habitación, y miré hacia afuera, viendo, con gran sorpresa, dos figuras que cruzaban el prado dirigiéndose hacia el bosque de arbustos.
Palabra del Dia
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