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Actualizado: 24 de junio de 2025
Toma este libro, y lée: «El que repudie tres veces á una muger, no podrá volverla á hacer suya sino despues de pasar por los brazos de otro hombre que tambien la haya repudiado .» ¿Y prefieres al marido que tienes ahora el que por tres veces te repudió? Le prefiero sin duda puesto que solo á él amo; él tambien me prefiere á sus demas esposas, y la tristeza le devora desde que me perdió.
Aquí Miguel Simon, el Logrosano, Mostrado ha su valor y grande brio, Librando de la muerte por su mano A su muger, que en brazos al navio La trajo. Mas herido del pagano, Est
Es cosa de notar de aquesta gente En como á su muger ama el marido, Que ni hijos, ni padres, ni pariente En tanto tiene: y sé que ha sucedido Venir tras su muger muy diligente, Y dar en trueco un hijo muy querido El indio con tristeza lastimera, Por verse sin su dulce compañera.
Pasarán los años, y si llegan á encontrarse se desconocerán, lo mismo que se desconocen la viga de una dorada techumbre y su hermana la viga que se pisa enterrada en un pavimento. Sorprendo en otra casa á una muger meditando con el Koran en la mano el modo de cometer un delito para obtener la atalca de su marido. ¿Qué estás pensando en este recóndito y solitario paráge, atrevida cordobesa?
Andaba la Asumpcion tan temerosa, Que padres á los hijos no hablaban, La muger del marido recelosa, Las madres de las hijas se guardaban. Justicia del Señor muy rigurosa, Las cosas de Mendieta figuraban Castigo en recompensa de pecados, De los presentes vivos y pasados.
E los omes de Martín López como lo veyeron muertto é eran pocos enfrente de los de Ohando, ovyeron muy grant miedo é comenzaron todos a fugir. E cuando lo supo la muger de Martín López fué la triste al prado de Sant Ana, é cuando vido el cuerpo de su marido, sangriento y mutilado, se afinojó, prísole en sus brazos é comenzó a llorar, maldiciendo la guerra é su mala fortuna.
Estaba surto en el puerto otro capitan que iba á Méjico, y él en tierra con 150 hombres: el cual, habiendo sabido el robo de la muger, procuraba la paz entre nosotros y los de la ciudad, con que se les entregasen D. Jorge de Mendoza, la hija y la criada; y habiendo entrado el capitan Peyne y el gobernador de la isla en nuestro navio para egecutar lo pactado, D. Jorge les dijo, que aquella era su muger, y ella que su marido; y al punto se desposaron con gran dolor y tristeza del padre de la muchacha.
He oido hablar de ese Zadig, como de un hombre honrado; y si vuelve á Babilonia, mas de lo que os debe os dará; mas por lo que hace á vuestra muger, que no es tan honrada, aconsejoos que no hagais diligencias por volver con ella.
Pobre muger: ¿es posible que el hombre que parte contigo el pan y el lecho te trate tan bárbaramente? ¿Qué ley puede autorizarle á ser juez de su propio agravio si eres culpada, y á ser el ejecutor de tu castigo? ¡Ay de mí! el profeta se lo concede.
Y si alguna excepcion hallar queremos, No es justo la busquemos en la tierra, Que no se hallará, aunque trabajemos, Que á firmeza interes presto destierra. En el Perú aquesto bien podemos, Probar, que árbol alguno no sotierra Sus raices, aunque sea de grandeza; Pues, ¿como la muger tendrá firmeza?
Palabra del Dia
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