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Actualizado: 2 de junio de 2025


Por toda la explanada circuló inmediatamente una noticia, con la prontitud colectiva de las muchedumbres para inventar y aceptar embustes. Era don Isidro con su novia: una novia millonaria. Se iban a casar apenas llegasen a Buenos Aires. La señá Eufrasia se aproximó a ellos con gesto admirativo: «¡Ah, don Isidro! ¡Y qué bien ha sabido usted escoger!

Estimo el brazo popular, mas aborrezco las muchedumbres, y sobre todo, las bulliciosas muchedumbres de vividores, que entristecen las orillas del mar con sus risotadas, sus modas, sus ridiculeces. ¡Cómo! ¿No hay bastante espacio tierra adentro, que habéis de venir aquí á hacer la guerra á los pobres enfermos, vulgarizar toda la majestad del mar, la salvaje y la verdadera grandeza?

Las necesidades de la guerra se hacían sentir desde el primer momento, absorbiendo todos los medios de comunicación. El tren quedaba inmóvil horas enteras para dejar paso á otros trenes cargados de hombres y de material militar. En todas las estaciones había soldados en traje de campaña, banderas, muchedumbres que vitoreaban.

Desnoyers sólo había estado dos veces allí, á la ida y al regreso de su viaje á Alemania. Otros emprendían ahora el mismo camino. Las muchedumbres populares iban acudiendo de los extremos de la ciudad para ver cómo desaparecían en el interior de la estación masas humanas de contornos geométricos, uniformemente vestidas, con relámpagos de acero y cadencioso acompañamiento de choques metálicos.

Debemos, pues, resignarnos al plantón, sentarnos todos en la parte del camino que nos parezca menos incómoda, para esperar a que pase la Prensa, despertadora de las muchedumbres en materias de arte; que al fin ella pasará; no dudemos que pasará: todo es cuestión de paciencia.

De repente se sintió inflamado por esa fe que los pastores de muchedumbres esparcen en torno de ellos, como una aureola de confianza. Salvatierra, que estaba en el ventorro hablando con Matacardillos, su doliente camarada, se hizo atrás, sorprendido por la impetuosa entrada de Alcaparrón.

Este adversario resultaba más temible que todas las muchedumbres aporreadas y perseguidas por él en las calles de la capital. Cuando se consideraba libre para siempre de los pigmeos, era su prisionero y sólo podía esperar la muerte. Asomó cautelosamente su cabeza por las bordas de la embarcación, pronto á retirarla antes de que un nuevo cable viniera á enroscarse en su cuello.

Las muchedumbres dejaron de matarse y colgaron las armas gracias a la feliz gestión casamentera de un canciller, que resolvió una vasta y pavorosa tragedia tramando una boda oportuna que acabó con el rencor de dos monarquías y de sus leales súbditos.

Las mujeres triunfaron tal vez para siempre al apoderarse de la fuerza. Las palabras de Popito hicieron que Ra-Ra saliese de su abstracción. Tomó un aspecto de inspirado, de conductor de muchedumbres, una actitud heroica, que contrastaba con sus vestiduras femeniles. Nuestro triunfo llega dijo con voz sorda . Están contados los días de la tiranía de las mujeres. Anoche recibí grandes noticias.

Era un ave de paso, aventurera e inquieta, y no había que esperar que buscase otra vez su nido en Sevilla al volver el invierno. Esta posibilidad de no encontrarla más entristecía al torero, revelando el imperio que aquella mujer había tomado sobre su carne y su voluntad. ¡No verla más! ¿Para qué, entonces, exponer la vida y ser célebre? ¿De qué servían los aplausos de las muchedumbres?...

Palabra del Dia

vorsado

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