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Y esta fuga había sido á través de la Naturaleza en fiesta, en el más opulento de los meses, cuando la tierra estaba erizada de espigas, cuando el cielo de Agosto era más luminoso y los pájaros saludaban con su regocijo vocinglero la opulencia de la cosecha. Revivía la visión del inmenso crimen en aquel circo repleto de muchedumbres errantes.

Y todos, con esa sumisión de las muchedumbres cuando se sienten dominadas por el entusiasmo ó el asombro, siguieron sus ojos para conocer al hombre que era acogido de este modo por la heroína.

Se vistió alegremente, con una excitación nerviosa que parecía aumentar el vigor de sus brazos y sus piernas. ¡Qué gozo poder correr por la arena amarilla, asombrando con sus gallardías y atrevimientos a una docena de miles de espectadores!... Su arte solo era verdad: lo que proporciona entusiasmos de muchedumbres y dinero a granel.

Una obra teatral llegará, cuando más, hasta siete actos y cambiará sus decoraciones quince ó veinte veces: pero le es imposible ir más allá. Una novela, lo mismo que una historia cinematográfica, puede disponer de tantos escenarios como capítulos, tener por fondo los más diversos paisajes y por actores verdaderas muchedumbres.

Señora, cuando se dispone, como disponemos nosotros, de las imaginaciones populares, los hombres desaparecen, surgen las muchedumbres: la muchedumbre es como el mar, el viento la agita, la calma la atempera. Mañana nuestros nombres serán aclamados por este pueblo, que es un gran pueblo, porque sabe marchar sin preguntar nunca adonde lo llevan. ¡La victoria será nuestra! ¡Oh, mi niñez!

Habían huído sin saber adonde iban, perseguidos por el incendio y la metralla, locos de terror, como escapaban las muchedumbres medioevales ante el galopar de las hordas de hunos y mogoles.

Mas, separado de esta diez años antes, había hecho en París y en Italia lujosísima vida de soltero, hasta que, perseguido por sus acreedores, vino a refugiarse de nuevo en España el año 68, tomando parte activísima en la Revolución y recorriendo, al lado de Prim, las provincias andaluzas, arengando a las muchedumbres montado, como Lafayette, en un caballo blanco.

Ejemplo de ello presenta la historia de Italia. El esplendor de aquel país fascinó á los bárbaros del Norte y del Noroeste. Muchas veces, franceses y alemanes, atraídos por la riqueza del territorio, por los tesoros de las ciudades, por el sabor de los frutos, por todas sus bellezas naturales, se precipitaron en armadas muchedumbres sobre las llanuras que rodea el grandioso hemiciclo de los Alpes.

La sorpresa y... dígase de una vez, la indignación de aquellas buenas muchedumbres llegaron a su colmo cuando vieron que por el camino adelante venían dos carros cargados con enormes piezas de piedra blanca y fina. ¡Ah!

Todos fumaban, las mujeres más que los hombres, y la atmósfera se enrarecía con el humo del tabaco y el vaho de los bustos desnudos, algo sudorosos bajo su capa de blanquete. Al olor de la carne femenil se unía un perfume moribundo de flores marchitas. Los ricos despreciaban las muchedumbres del Casino, encontrando en el amontonamiento de este club un signo de distinción.