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Actualizado: 2 de junio de 2025


Cuando, en la noche del Jueves Santo, el reloj de San Lorenzo daba el segundo golpe de las dos de la madrugada, abríanse instantáneamente las puertas y aparecía ante los ojos de la muchedumbre agolpada en la obscuridad de la plaza todo el interior del templo lleno de luces y con la cofradía formada.

4 He aquí mi pacto contigo: Serás por padre de muchedumbre de gentiles; 6 Y te multiplicaré mucho en gran manera, y te pondré en gentiles, y reyes saldrán de ti. 7 Y estableceré mi pacto entre y ti, y entre tu simiente después de ti por sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti.

A la entrada de la calle de Alcalá había una larga fila de ómnibus que una muchedumbre asaltaba anhelante, furiosa, cual si se tratara de escapar a un grave e inmediato peligro.

A las comidas la conversación solía animarse. Presentación embromaba a su cuñado. Mario la embromaba a ella. Carlota escuchaba sonriente aquel tiroteo, tomando parte alguna vez por su marido. D. Pantaleón les asaba a explicaciones científicas: el vino, el pan, el azúcar, todo era motivo para exponer largamente la muchedumbre de secretos que iba arrancando a la naturaleza.

Mientras tales sucesos se efectuaban en Altavilla y en las calles adyacentes, D. Juan Estrada-Rosa, presa de irritación indescriptible, se paseaba agitadamente por su gabinete mesándose los cabellos. Los consuelos hipócritas del marica de Sierra no lograban calmarle. Hablaba de salir a la calle y arrojarse sobre la insolente muchedumbre.

Maltrana pensó que alguna vez la hoguera, falta de nuevos combustibles, se extinguiría poco a poco; y cuando sólo quedasen rojos tizones y las tinieblas voraces invadiesen el círculo de luz, vendría la gran pelea, la lucha en la sombra, el empujón arrollador de la muchedumbre, el asalto de los engendros de la obscuridad, para apoderarse de todas las riquezas de los felices: de los bagajes que contienen el bienestar, monopolizado por ellos; de las armas, que son su mejor derecho.

El contacto de la muchedumbre, aquel fluido magnético conductor de misteriosos apetitos, que se comunicaba de cuerpo a cuerpo por el roce de hombros y brazos, entró en ella y la sacudió. «Déjeme usted sola dijo a su padrino . Yo tengo que hacer. Le va a reñir a usted doña Laura.

Rámila había dicho, aludiendo á Lope: «¡Quantos comoediarum acervos aspero nummo histrionibus recitandos commissisti, in quibus plerumque ineptire soles!» ¡Cuán grande muchedumbre de comedias, llenas de ordinario de sandeces, diste á recitar á los comediantes con trabajosa ganancia!

Más de una hora llevaban los versolaris lanzándose razonamientos de balcón á balcón. Ahora eran cuatro los contendientes y la muchedumbre volvía sus cabezas á un lado ó á otro, según el sitio de donde partía la voz.

Más allá, un vapor con bandera española echaba también gente a tierra. En el fondo del desembarcadero, una muchedumbre obscura se apretaba contra las verjas. Ondeaban banderas tricolores sobre este mar de cabezas. Un estrépito de músicas lejanas contestaba a la banda del Goethe cuando ésta hacía una breve pausa en sus marchas incesantes.

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