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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Apeáronse en el campo del Marrubial, y cuando llegó el rey, uno á uno le fueron besando la mano. Lo mismo hicieron el obispo y el cabildo eclesiástico, con el entretenimiento consiguiente á la gran muchedumbre de gente de á pié y á caballo que allí habia acudido.

Andrés sintió un enternecimiento singular, y antes de levantarse, buscó a tientas la mano de Rosa y la apretó suavemente. Cerca de terminarse la misa, Celesto comenzó a hender trabajosamente la muchedumbre arrodillada, dando a besar un escapulario.

No metas mucho entre la gente con las muchachas, Donata; mira que no faltan atrevidos que las manoseen en los entreveros y que a ti también te han de manosear: ¡Qué gente, por Dios; qué gente! ¡qué falta de respeto con las señoras! ¡Cuánto mejor no hubiera sido ir a los altos de Colón!... Pero la muchedumbre en movimiento lo arrastraba todo.

Después envolvió en otro latigazo á sus tres corceles humanos, y éstos, que conocían el idioma de la flagelación, salieron al trote, haciendo pasar el carruajito entre la muchedumbre. La agresividad de la poetisa casi originó una catástrofe. El Hombre-Montaña, al sentir el escozor del latigazo en una pantorrilla, se llevó á ella ambas manos, inclinándose.

En aquellos tiempos la distancia que había de la puerta de la cárcel á la plaza del mercado no era grande; sin embargo, midiéndola por lo que experimentaba Ester, debió de parecerle muy larga, porque á pesar de la altivez de su porte, cada paso que daba en medio de aquella muchedumbre hostil era para ella un dolor indecible.

Y la nube de jabón vino á desplomarse precisamente sobre la litera de Su Excelencia, que se volcó bajo el golpe, derribando á dos de sus portadores. Tales incidentes obligaron á los jinetes de la policía á dar una carga, haciendo retroceder á la muchedumbre. Volvió á abrirse un ancho espacio en torno al coloso, y sólo quedaron en este lugar descubierto los vehículos de las gentes distinguidas.

Cuando el poeta, conducido en alto por un grupo de jóvenes, fué depositado en el gran balcón del Palacio Municipal, extendió sus manos augustas sobre la plaza negra de muchedumbre y rompió á hablar como en sus mejores tiempos. Pasarán varias generaciones antes que se extinga en el país el recuerdo de este discurso.

Sus labios se separaron, lanzando una leve exclamación de sorpresa. ¡Ah!... Se apagó la luz arrogante de sus pupilas. Luego bajó los ojos, y poco después la cabeza. La muchedumbre vociferante lo fué empujando y se lo llevó, sin que nadie se acordase del hombre que había dado la alarma é iniciado la persecución. Aquella misma tarde el Mare nostrum salió de Marsella.

El cordón de peones y jinetes empujó á la muchedumbre hasta los linderos del bosque, dejando completamente limpia la pradera. Entonces, la doctora, desde lo alto de su carro-lechuza, volvió á valerse del portavoz. Gentleman Montaña, puede usted incorporarse.

No correspondía, sin embargo, la animación y la algazara al número y al lujo de aquella muchedumbre; marchaban los paseantes con esa curiosidad más ávida mientras más medrosa, que inspiraba siempre un espectáculo peligroso; con esa curiosidad propia del cobarde que espera oír a cada momento el estampido de un arma de fuego.

Palabra del Dia

bagani

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