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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Compañeros de mis primeros días, he querido que también lo fuesen ustedes de mis últimos momentos, para que mi vida se extinga tan dulcemente como empezó; y ahora que lo todo, no se opondrá usted a bendecir nuestro enlace... ¡Qué muera siendo suya! ¡Qué en mi hora suprema deba a usted esa dicha, la esperanza y la dicha de toda mi vida!

Y ya que de esto se trata, aunque le parezcan irrespetuosas y tal vez impúdicas mis palabras, usted debiera apresurarse a tomar estado para no dejar que se extinga tan buena casta como es la de los Gutiérrez de Cisniega; y de hacerlo, debe buscar varón a propósito, no por cierto un jamelgo empedernido y seco como D. Pedro, sino un cachorro tiernecito que alegre la casa, un joven, pongo por caso, como este Gabriel, que nos está oyendo, el cual se daría por muy bien servido, si lograra llevar a sus hombros carga tan dulce como usted.

En previsión de ello, o porque así lo manda otra ley que gobierna los impulsos del corazón del hombre... y de la mujer, a cierta edad de la vida, por ejemplo, a la que tiene usted ahora, se desea un apoyo a quien arrimarse, una compañía en que vivir, en sustitución de los que han de faltarnos necesariamente; la chispa que avive mañana el fuego que se extinga en el hogar y restablezca su calor sagrado.

Cuando el poeta, conducido en alto por un grupo de jóvenes, fué depositado en el gran balcón del Palacio Municipal, extendió sus manos augustas sobre la plaza negra de muchedumbre y rompió á hablar como en sus mejores tiempos. Pasarán varias generaciones antes que se extinga en el país el recuerdo de este discurso.

A usted no puede menos de alegrarle que la noble casa de Montesinos no se extinga, que haya quien lleve honrosamente este apellido... Luego ha de parecer bien aquella casa tan grande con unos cuantos chicos que la alegren con sus risas y sus gritos. La obra del padre Gil es de las más meritorias que ha llevado a cabo, y eso que las ha hecho muy buenas.

Y cuando se extinga hasta el último resto de aquella raza marinera, de la cual en otra ocasión he escrito que «en la Edad Media daba caza a los balleneros ingleses en los mares del Norte y ajustaba tratados de paz y de comercio con sus reyes», todavía vivirán en un libro de sólida e indestructible fortaleza ciertos nombres y reminiscencias que tienen virtud de conjuro, como todo lo que toca la vara mágica del arte.

Palabra del Dia

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