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Actualizado: 11 de julio de 2025


A los aullidos del perro no tarda en presentarse algun caiman, mostrando primeramente sobre el agua las órbitas salientes de sus ojos y la estremidad del hocico: permanece desde luego algunos instantes en observacion, y con la vista clavada en su presa; en seguida se zambulle para reaparecer sobre la orilla, donde se arrastra lentamente hácia el pobre perro, que, magnetizado por tan terrible enemigo, queda sin movimiento, algunas veces tiembla, otras, en fin, hace los mas violentos esfuerzos para romper las cuerdas que lo sugetan, y escapar á la horrenda boca que se abre para tragarlo.

Tenía ya su cama reservada; hasta había interesado a la monja del departamento. Cuando usted quiera, la acompañaré dijo mostrando cierta prisa. Por fin se miraron, sin una lágrima, sin un suspiro, abriendo los ojos desmesuradamente, con expresión de terror. ¡Iban a separarse!... Ella fue la primera en dar un paso. ¡Ay, el valor de las mujeres!... Adiós, Isidro. Adiós, Feli.

Del una parte y de otra ha habido dones, Los ánimos mostrando halagueños, Empero por quitarse de pasiones, No salen del batel los paragueños. Partieron sin mostrar los escuadrones, A nuestro parecer, torcidos ceños: Mas dejan los de Còrdoba fijada, Por señal una cruz de su llegada.

Fueron inútiles cuantas gestiones hizo para averiguar su paradero. Afortunadamente la Providencia se encargó de llevarlo a sus brazos. Santiago reía unas veces, lloraba otras mostrando siempre el carácter franco, generoso y jovial de cuando niño. Paró el coche al fin. Un criado vino a abrir la portezuela. Llevaron a Juan casi en volandas hasta su casa.

«Los oficiales de la ciudad cada uno con su oficio apartado venian con muchos juglares de cuerda, é trompetas, é órganos de manos danzando, é bailando, y otros tañendo, mostrando cada uno las mayores alegrias que podian, y ansí entraron en los palacios del dicho Sr.

Doña Blanca, aunque sin precipitar sus palabras, mostrando ya, en lo trémulo de la voz y en el brillo de los ojos, viva y dolorosa emoción mal reprimida, habló luego así: Todo lo sabe V. y me alegro. Quizás hice mal en no decírselo yo misma la vez primera que me arrodillé ante V. en el tribunal de la penitencia.

De la galera volvió á enviar al Emperador treinta vasos de oro y plata que le habia dado, y añade el mismo autor, que las insignias de la dignidad de Megaduque las arrojó en el mar, mostrando que desde entonces renunciaba la amistad del Imperio.

«Oh, Mesía era más noble, luchaba sin visera, mostrando el pecho, anunciando el golpe.... No había abusado de su amistad con don Víctor, no había insistido. ¡Pero los dos la amaban!». La tristeza de Ana encontraba en este pensamiento un consuelo dulce sino intenso. «Ella no podría ser de ninguno; del Magistral no podía ni quería.... Le debía eterna gratitud... pero otra cosa... sería un absurdo repugnante.

111 Afigúrese cualquiera la suerte de este su amigo, a pie y mostrando el umbligo, estropiao, pobre y desnudo; ni por castigo se pudo hacerse más mal conmigo. 112 Ansí pasaron los meses, y vino el año siguiente, y las cosas igualmente siguieron del mesmo modo: adrede parece todo pa atormentar a la gente.

En la ría, junto á las grúas que funcionaban incesantemente, dormían los vapores, con el casco invisible tras la riba, mostrando por encima de ella las chimeneas y los mástiles. Subían de sus entrañas los grandes tanques de hierro cargados de hulla inglesa y, deslizándose por los rails aéreos, iban á volcar el negro mineral en las enormes montañas de las fábricas.

Palabra del Dia

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