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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
Es una amiga de Feliciana, que se ha ido a nuestro hotel unos días mientras encuentra colocación». ¿Es honrada? preguntó Rubín, mostrando en su tono la importancia que daba a la honradez. ¡Honrada!, ¡qué narices! exclamó el perdis riendo . ¿Pero tú crees que hay alguna mujer que sea... lo que se llama honrada?
Crescencia se llamaba la ciega o cegata, siempre hecha un ovillo, mostrando su rostro diminuto, y sacando del envoltorio que con su arrollado cuerpo formaba, la flaca y rugosa mano de largas uñas.
El pueblo de Lungern, que cuenta poco mas de 1,400 habitantes, está como disperso en el fondo del vallecito y al pié de las suaves faldas que remontan hácia la montaña de un lado, mostrando en todos sus objetos la gracia y el candor de sus vecinos.
A la mañana, casi de madrugada, Severiana salió de casa con su hija sin que nadie la viese; y era muy entrado el día, cuando Casilda mostrando a Damián la mancha que el aceite dejó en la alfombra, le decía nerviosa de terror: ¡Mira... no cabe duda!
Veía aún con la imaginación á su gentil chilena envuelta en un manto negro, lo mismo que las damas del teatro calderoniano, mostrando uno solo de sus ojos obscuros y húmedos, pálida, menuda, hablando con una voz que parecía un quejido.
Acababa de dejar sobre la mesa de Moreno dos cartas, una de ellas muy abultada, con el sobre abierto, mostrando su interior repleto de papeles. Había estado escribiendo una parte de la noche en su alojamiento, para condensar en estas dos cartas todos sus asuntos. Señaló la más delgada y dijo:
Con esto dijo Mariano mostrando un canuto. ¡Ah! ¡Tunante!... exclamó Bou muy asombrado de ver el instrumento músico que el chico mostraba . Conque tú te ocupas... Pues mira: desde hoy perdemos las amistades, porque con esa clase de armas no se defiende al pueblo. ¡Petardos, arma traidora de los perdidos, truhanes, jugadores y demás escoria! Oye tú, mírame a la cara. ¿Me ves bien?
Creyó con esto limpiar el alma de la mácula horrible de sus amores de renegado, mostrando, por fin, al Señor, que ya no quedaban en su corazón ni vestigios del pasado apegamiento. Al siguiente día, Ramiro cayó en un estado casi agónico. Sólo doña Guiomar, acompañada de Casilda y de una antigua doncella, le asistieron. Había perdido mucha sangre.
Principió mostrando un asombro irónico de que aun hubiera quien dejase las vanidades del mundo para escuchar la palabra de Dios y felicitó calurosamente a los fieles que habían acudido a tomar parte en la novena del Sagrado Corazón de Jesús.
Según los ejemplares existentes en la Armería Real, es de damasco carmesí, bordado y recamado de oro, mostrando en una cara la imagen de Jesús crucificado y la de la Virgen María en la otra. Adórnanlo cordones y borlas de seda y oro.
Palabra del Dia
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