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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Mira dijo Pecado abriendo su mano y mostrando algunas pesetas. ¿Quién te ha dado eso? Gaitica. ¿Gai...? Tica, tica. ¿No lo conoces? Es un caballero, un amigo mío. ¿Y por qué te ha dado ese dinero? Porque me lo gané. ¿Cómo?». Mariano guardó las monedas para dejar desembarazada la mano, metió esta luego por una abertura de su pantalón y...
Forman un compacto grupo dispuestos a la pelea: bostezan los arcabuces mostrando sus bocas negras; que ansían vomitar muerte y les aburre la huelga: suena el clarín sacudiendo de su mudez la vergüenza, y a su son acude el dia, precedido de la incierta luz del alba, como nuncio de su próxima presencia.
Parecen de percalina... Una ventana con flores y pajaritos enjaulados: de nuestra casa de Sevilla. Esta acuarela es original: debe usted conocerlo por lo resobadita que está de color... Por este arte siguió mostrando y juzgando la mayor parte de sus obras.
Don Paco aparentaba aquietarse al oír tal explicación; pero en realidad no se aquietaba; y mostrando el verdadero interés que el buen nombre de Juanita le inspiraba, insinuaba que, aunque todo fuese moral e inocentísimo, convenía, a fin de evitar el qué dirán, no recibir a Antoñuelo con tanta frecuencia.
Todas las otras personas presentes estaban en pie, excepto el tunante de Tarlein, que arrellanado en un sillón galanteaba a la condesa Elga. Al entrar yo se levantó de un salto, mostrando tanto respeto hacia mí como indiferencia hacia el Duque. No era extraño que éste no le tuviese buena voluntad. Tendí la mano a Miguel, que la estrechó, y le di un abrazo.
A pesar del diminutivo, el hombre que entró, sin quitarse el sombrero, era un señor de cincuenta años, lo menos; alto, bien plantado, mostrando en la mirada y el porte que, a despecho de la barba entrecana y el pelo casi blanco, aún debía de apreciar en toda su intensidad, los encantos de aquella buena moza.
Al verse olvidada la grave señora de los lentes, sin poder entender una palabra del nuevo idioma empleado en la conversación, habló en voz alta, mostrando las córneas de sus ojos vueltas hacia arriba por el entusiasmo. ¡Oh, España! dijo en inglés . ¡Tierra de caballeros!... ¡Cervantes!... ¡Lope!... ¡El Cid!... Se detuvo, buscando algo más.
La señora fingía no escucharle, mirando las «villas» y los jardines del lado izquierdo del camino, que descendían hasta el mar. Todavía, con doble magnanimidad, quiso instruir á estos parroquianos indiferentes, mostrando á punta de látigo las bellezas y curiosidades de su catálogo. Aquella iglesia es Santa María del Parto, llamada por otros del Sannazaro.
Ya sabía que todavía no habías pasado lo último... A la verdad, después de lo sucedido, este golpe final no debe cogerte de sorpresa... Boto el freno, debías suponer dónde había de parar. ¿Y a mí, qué? exclamó el infeliz joven con la misma sonrisa, mostrando en todo su cuerpo una inquietud exagerada.
Si me atreví á pedir á V.M. ese favor, fué por los servicios que ha prestado el chico á nuestra santa causa, uniéndose á esos admirables, aunque indirectos, instrumentos de justicia que esta noche van á salvar la patria. Tu sobrino merece el destino, y punto concluido. Aquí tengo el decreto dijo el Rey mostrando uno de los papeles.
Palabra del Dia
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