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Actualizado: 15 de junio de 2025


Todas aquellas almas bienaventuradas y temerosas de Dios salieron del palacio de Alcudia y se dirigieron a sus moradas, donde les aguardaba la sopa de tortuga humeante, el salmón con salsa mayonesa, las ricas ensaladas de col de Bruselas y las apetitosas bouchées de crevettes.

12 que han dicho: Heredemos para nosotros las moradas de Dios. 13 Dios mío, ponlos como a torbellino; como a hojarascas delante del viento. 14 Como fuego que quema el monte, como llama que abrasa las breñas. 15 Persíguelos así con tu tempestad, y asómbralos con tu torbellino. 16 Llena sus rostros de vergüenza; y busquen tu Nombre, oh SE

Todo esto era triste; pero el Magistral que veía, con amargura en los labios, estos despojos de que le daba elocuente representación el catalejo, podía abrir el pecho al consuelo y a la esperanza contemplando, fuera del barrio noble, al Oeste y al Norte, gráficas señales de la fe rediviva, en los alrededores de Vetusta, donde construía la piedad nuevas moradas para la vida conventual, más lujosas, más elegantes que las antiguas, si no tan sólidas ni tan grandes.

Entonces, sin embargo, había en su exterior la frescura de la juventud, y en sus ventanas, iluminadas por el sol, parecía brillar aquel contento que reina en las moradas humanas en que aun no ha entrado la muerte.

Así, cuando mi alma se desprendió de sus juveniles ilusiones y cuando no encontró ya nada que la pudiera retener entre los hombres, espió los secretos de las tinieblas y las alegrías silenciosas de la soledad, comenzó a vagar por las moradas de la muerte y bajo los gemidos del aquilón; por eso ella ama las ruinas, la oscuridad, los abismos, todo lo que la naturaleza tiene de terrorífico, y por eso ha estudiado, sin necesidad de buscar otro modelo, algunos de los caracteres del infortunio.

Se introducía en las asquerosas moradas que ocupaban, las catequizaba haciendo esfuerzos titánicos de oratoria que le ponían rojo como un tomate y le obligaban a toser y escupir de un modo imponente. Y cuando el arte de Bossuet no producía efecto, apelaba al dinero.

Sus moradas habían resistido al violento choque, y había bastado para respirar el aire que contenían. Durante su cautiverio, habían pasado el tiempo estableciendo comunicaciones de casa en casa y abriendo un túnel de salida, mientras cantaban para animarse á trabajar. Cuando desaparecen los bosques protectores, es muy difícil sustituirlos.

Cuando quería ver por dónde andaba tal o cual columna, hacia dónde estaba situado este o aquel pueblo, le descolgaban el cartón del mapa y le daban una cajita con las banderitas que el pobre señor se hizo, por vía de entretenimiento, con alfileres y papelitos de colores: las había blancas para los carlistas y moradas para el ejército, por decir don José que este era el color de las antiguas libertades castellanas.

Me limitaré sólo a decir, no que y demuestro, sino que creo y columbro en Las Moradas, la más penetrante intuición de la ciencia fundamental y trascendente; y que la Santa, por el camino del conocimiento propio, ha llegado a la cumbre de la metafísica, y tiene la visión intelectual y pura de lo absoluto.

Rafael se sentó al borde del camino, acariciado por la frescura del césped. ¡Qué bien olía aquello! La violeta, asustadiza y fragante, debía andar por allí cerca, oculta bajo las hojas. Sus manos buscaron a lo largo del ribazo las florecillas moradas, cuyo perfume hace soñar con estremecimientos de amor. Formaría un ramito para ofrecérselo a Leonora cuando pasase.

Palabra del Dia

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