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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Pero huía de ella, acogíase a la piedad, y visitaba con celo apostólico y ardiente caridad las moradas miserables de los pobres hacinados en pocilgas y cuevas; llevaba el consuelo de la religión para el espíritu y la limosna para el cuerpo; solían acompañarla doña Petronila Rianzares o alguna otra dama de su cónclave; pero también iba sola.

Las damas de alto copete en cuyas moradas penetraba á desempeñar sus labores de costura, acostumbraban destilar gotas de acíbar en su corazón; á veces, merced á esa alquimia secreta y refinada con que la mujer puede infiltrar un veneno sutil extraído de las cosas más baladíes; y en otras ocasiones, con una rudeza de expresión que caía en el pecho indefenso de aquella infeliz como un golpe asestado á una herida ulcerada.

17 Estatuto perpetuo por vuestras edades; en todas vuestras moradas, ningún sebo ni ninguna sangre comeréis. 1 Y habló el SE

5 ¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras? 6 Al cual yo puse casa en la soledad, y sus moradas en la tierra salada. 7 Se ríe de la multitud de la ciudad; no oye las voces del que demanda los peajes. 8 Rebusca los montes para su pasto, y anda buscando todo lo que está verde. 9 ¿Por ventura querrá el unicornio servirte a ti, ni quedar a tu pesebre?

Las moradas mismas tenían semblante monástico. Vivíase en ellas una existencia de silencio, de sombra. Un farolillo alumbraba continuamente en sus zaguanes obscuros alguna imagen de Nuestra Señora, como en la portería de los beaterios, y las celosías diseminaban en el ambiente perfumes de iglesia.

Los Tehuelches ó Patagones meridionales, se diferencian en alguna cosa de los otros indios. Despues de haber secado los huesos de sus difuntos, los llevan á gran distancia de sus moradas al desierto, y poniéndolos en su propia forma con los adornos ya dichos, los dejan en una choza erigida á este fin, con los esqueletos de sus caballos al rededor.

19 Porque voz de endecha fue oída de Sion: ¡Cómo hemos sido destruidos! En gran manera hemos sido avergonzados. ¿Por qué dejamos la tierra? ¿Por qué [nos] han echado [de ] nuestras moradas? 20 Oíd, pues, oh mujeres, palabra del SE

4 Tras de él bramará el sonido, tronará su valiente voz, y aunque sea oída su voz, no los detiene. 5 Tronará Dios maravillosamente con su voz; él hace grandes cosas, y nosotros no lo entendemos. 6 Porque a la nieve dice: en la tierra; lluvia tras lluvia, y lluvia tras lluvia en su fortaleza. 8 La bestia se entrará en su escondrijo, y habitará en sus moradas.

Sólo las moradas en que el infortunio había arrojado un velo sombrío, eran las que podían retenerla; desde el instante en que comenzaban á iluminarlas los rayos de la felicidad, Ester desaparecía.

Los vecinos en lo interior de sus moradas distinguían, por el estrépito de las ruedas y el chasquido de las herraduras, a cuál de los magnates mencionados pertenecía. Eran, en suma, tres instituciones venerandas que los hijos de la ciudad sabían amar y respetar.

Palabra del Dia

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