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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Se necesita ser un monstruo para no inclinarse con respeto ante esa vida de abnegación y deberes trascurrida a la sombra de una vergüenza jamás reparada.... El otro leía, leía. Salvador le miraba leer y mentalmente seguía los conceptos de la carta.

Los sargentos dictaban cifras, comunicadas en voz baja por otro artillero que tenía en una oreja el auricular del teléfono. Los sirvientes obedecían silenciosos en torno del cañón. Tocaban una ruedecita, y el monstruo elevaba su morro gris, lo movía á un lado ó á otro, con la expresión inteligente y la agilidad de una trompa de elefante.

No obstante, protegidos por el niño de la casa, compañero nuestro de colegio y de juego, nos atrevíamos á llegar cerca del leal Cerbero y hasta aproximar nuestra mano á su terrible boca, acariciándole dulcemente la cabeza. El monstruo se dignaba al fin reconocernos y meneaba su rabo con benevolencia en señal de hospitalidad.

Sentada en un rincón del fuego, como un monstruo familiar, leía en las cartas el porvenir de mamá; la prometía el reino de París, como una bruja de Shakespeare; la animaba en sus desfallecimientos, consolaba sus disgustos, arrancaba sus cabellos blancos y la servía con una devoción canina.

Se apresuró, pues, á acudir en cuanto vió á Clementina hacerle una seña y respiró al observar que Roussel se había marchado. "Le ha puesto á la puerta, se dijo, y su fisonomía se esclareció." Y bien, amiga mía, preguntó, ¿el monstruo ha partido?. Por el momento, replicó con rudeza Clementina; pero va á volver enseguida. ¿Para qué? Para comer. ¿Para comer ... en tu casa? En mi casa.

No lo comprendo, tío decía Lucía, pero á veces me doy á cavilar que á Clara le han dado un bebedizo. ¡Tiene unos terrores tan inmotivados! ¡Siente unos remordimientos tan fuera de razón!... No qué sea ello. Doña Blanca le ha puesto tan feroces escrúpulos en el alma, le ha hecho recelar tanto de su apasionada natural condición... que la infeliz se cree un monstruo, y es un ángel.

Zarapicos fue llevado en gravísimo estado a la Casa de Socorro, y la nueva víctima pateaba y rabiaba de ira al sentir el dolor de su frente y ojo, y al verse manchada de sangre aquella mano benéfica que sólo para alivio de los menesterosos existía. «¡Guardias, guardias, reventad a ese miserable!... ¡Vaya un monstruo!... ¡Carástolis! ¡Ay!, ¡ay! Sr.

Los unitarios se le ríen en las barbas; se complotan y se pasan la palabra: «Vacila dicen , dejémosle caerLos unitarios no comprendían que con Dorrego venían replegándose a la ciudad los que habían querido hacerse intermediarios entre ellos y la campaña, y que el monstruo de que huían no buscaba a Dorrego, sino a la ciudad, a las instituciones civiles, a ellos mismos, que eran su más alta expresión.

Gabriel, ¿no te estremeces de espanto como yo? ¿Dónde estará Inés? ¿Dónde la tendrá ese monstruo? ¿Qué habrá hecho de ella? ¡Ay!

Y ese es el destino cruel del enamorado monstruo, que soy yo; estar petrificado, a una distancia infranqueable de la amada y haciendo gárgaras. Esto último constituye un rasgo humorístico, que cierra la composición. Lo cómico es siempre chabacano y despreciable. Lo humorístico es un modo poético. ¿Que cuál es el nombre de la dama? Jamás lo declararé. Antes dejo que me desuellen vivo....

Palabra del Dia

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