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¡Y si hubiese visto usted al maldito continuó Santiago cuando yo le planté dos balas en el costado! ¡si usted hubiera visto al monstruo cómo se debatía! pero ¡por los siete Dolores de la Virgen! su sangre era negra, negra como el alquitrán, y olía tan fuertemente a azufre, que Benito creyó que quemaban mechas en la cala.

Doña Blanca, no obstante, antes de dar este permiso, preparó á su hija contra D. Fadrique, pintándosele como un monstruo de impiedad y de infamia, y recomendándole mucho que hablase con él lo menos posible. Doña Blanca, entre tanto, se propuso seguir encastillada en su caserón, sin ver á nadie más que al P. Jacinto, y á Lucía, si acaso.

El galán fantasma. Judas Macabeo. El médico de su honra. La Virgen del Sagrario. El mayor monstruo del mundo . Hombre pobre todo es trazas. A secreto agravio secreta venganza. El astrólogo fingido, y Amor, honor y poder, se dieron primero á la estampa en el año 1637.

A él he llegado pasando por la rabia, por la locura... Ahora mismo, no hace mucho, cuando vi a ese diablo de hombre cometiendo una nueva infamia, sentí otra vez la debilidad de espíritu que creía vencida... me entraron ganas de pegarle un tiro, por librar a la humanidad de semejante monstruo... Pero después he sabido vencerme y he dicho: Mejor castiga una consecuencia lógica que un puñal.

Dice mi tía, que todos los hombres son unos bandidos, ¿qué piensa usted a este respecto, Juan? ¡Unos bandidos! repitió Juan, que agrandó los ojos como si percibiera un monstruo delante de . , pero es la opinión de mi tía, y quiero tener la de usted. ¡Caramba! , con todo, bien podría ser. Pero eso no es una opinión, Juan.

Bueno, escuchad lo que voy a deciros: sois un canalla, un necio, un ladrón, un bandido, un asesino, un monstruo. ¡Lo que habéis hecho es indigno, innoble, abominable, repugnante, escandaloso, indecente, inaudito! ESCIPIÓN. ¡Señora! CLEOPATRA. ; me sois antipático hasta más no poder, me inspiráis un disgusto profundo, una repulsión sin límites. Oléis atrozmente a soldado.

Yo me creí arrostrado por aquel empuje descomunal, figurándoseme que iba en el vientre de un mónstruo deforme. Sentí escalofrios en toda la espalda, y con los cabellos erizados y un estremecimiento nervioso que no podia evitar, salí á cielo raso.

Como si de un lago tranquilo surgiese de repente un monstruo, como si en una pradera cubierta de olorosas hierbas y flores viese yo bullir, por bajo de ellas, multitud de escorpiones y de víboras, así, en medio de mis alegrías y placeres, surge a menudo, desde hace tiempo y desde lo más intrínseco de mi ser, un desconsuelo, una melancolía, una amargura que me esfuerzo por ahogar o remediar y no lo consigo.

Hasta la que lleva el título de Los tres blasones, obra de tres grandes ingenios , no ha de exceptuarse de mi anatema, porque es un monstruo de belleza, como las otras lo son de fealdad.................................» Así habló Villayzán, retirándose entonces los poetas.