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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Se sabían muchos escándalos nuevos; el elemento eclesiástico y el secular, de común acuerdo para librar a Vetusta del enemigo general, tramaban la ruina del monstruo; pronto se llegaría a poner en manos del Obispo las pruebas de aquellas prevaricaciones de todas clases de que se acusaba a don Fermín de Pas.
«¡Y qué! me dije entonces: el hombre es soberano de este abismo, y sinembargo el solo movimiento, el olor y la vista de este monstruo líquido son bastantes á vencer y aniquilar completamente al soberano? ¿Es que acaso esta corteza de carne que envuelve al espíritu puede hacer pesar su debilidad miserable sobre el ser moral, hasta el punto de quitarle el pensamiento, la memoria, la voluntad y toda la energía de los instintos generosos? ¿El hombre es, pues, muy pequeño?» me pregunté desfalleciente.
¡Esposo! ¿Por qué permites que nos insulte así este mónstruo deforme y feo?
Un monstruo de los tiempos prehistóricos que volviese a colear en las aguas presentes encontraría por todas partes, en los abismos obscuros y en las orillas costeras, la misma vida e idénticas luchas que en su juventud.
De sus espumas brotaba la claridad fosforescente acusando la presencia de los millones de millones de seres que allí habitan, con el mismo sosiego que nosotros en la tierra, a pesar de su vertiginosa marcha por los espacios. El monstruo dormía debajo del manto obscuro de la noche, tranquilo y feliz como un niño, a quien no agitan tristes ensueños.
En aquel segundo ataque desesperado que dio Juan Pablo a su tía, salió de la casa el pobre hombre más muerto que vivo. Su tía no era ya simplemente una mujer mala; era un monstruo, una furia, un dragón mitológico.
Políticamente dimos las buenas noches, y en efecto, buena la fué para mí, pues no tardé en quedarme dormido el tiempo que invertí en contar unos cien golpes de la hélice, golpes que entre sueños los asemejaba yo á otras tantas pulsaciones de aquel monstruo de hierro, en cuyas entrañas dormía con la tranquilidad del que jamás había roto un plato.
Todas las muchachas, tarde o temprano, tienen gana de casarse y si tú no la tienes todavía es que estás un poco atrasada para tu edad. ¡Diecisiete años! ¡Ahí es nada!... Un monstruo... de una bonita especie, lo confieso... Pues bien, papá, elige tú... Perfectamente... Elijo a Kisseler... ¡Kisseler! Mi espanto le hizo reír de buena gana.
Hay algo en el ojo, el aliento y los movimientos espirales de ese monstruo, que atrae, fascina y magnetiza, como la tentacion del pecado, y que al mismo tiempo cede á la influencia magnética del hombre. El olor y algunas otras cosas influyen mucho respecto de los reptiles.
Durante el silencio de la escritura, oyose en el pasillo próximo rumor de faldas, voces de mujeres y estallido de besos. Moreno levantó la pluma diciendo: «¿Quién es?». No te interrumpas... ¿Qué te importa a ti? Debe de ser Jacinta. Sigue. Pues que pase aquí. ¿Por qué no pasa? Está hablando con tu hermana. ¡Jacinta, Jacintilla!, entra: el monstruo quiere verte.
Palabra del Dia
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