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Actualizado: 13 de mayo de 2025
En El más valiente andaluz se describen las temibles soledades de las montañas y la vida sanguinaria, que en ellas llevan las bandas de ladrones, con tanta y tan horrible verdad, y con tanta sublimidad y grandeza, que encubren lo antipático de tales argumentos y hasta logran, en cierto grado, mover nuestras simpatías; su valor y su magnanimidad, y el influjo de las causas, que los han impulsado á dirigir sus armas contra la sociedad y sus autoridades, son tan notables, que nos obligan momentáneamente á declararnos en su favor y á disculpar la sangrienta venganza, á que los fuerzan los asesinatos de sus amigos y parientes; ¡tanta es la maestría con que traza la vida de los bandidos, su valor casi sobrenatural y la resistencia que hacen á la muchedumbre de sus perseguidores!
A veces, cuando los rayos del sol fenecían momentáneamente por la interposición de alguna nube, los resplandores se apagaban y la arena tomaba los matices grises y dorados de las telas amarillas de seda.
Así el Piamonte, vencido y ruinosamente multado, después de Novara, ha venido á lograr lo que en balde se pretendía desde hace siglos: la unidad de Italia, sólo momentáneamente lograda bajo el cetro del rey bárbaro Teodorico.
Esa mujer hace de su cara lo que quiere, su cabeza manda al corazón, y muy de tarde en tarde pasa por su negra pupila un vivido relámpago, que momentáneamente descubre el insondable abismo de su alma. Jamás esa mujer retrocederá en un propósito, morirá si es preciso en la lucha, pero créame V., morirá sin ocurrírsele volver la cabeza atrás.
También aquel hombre obeso, que parecía no sentir otros entusiasmos que los que le inspiraban su religión y su bodega, olvidaba momentáneamente a Dios y al cognac al ver un caballo hermoso que no fuese suyo, y sonreía agradecido cuando le elogiaban como el primer jinete de la campiña jerezana.
Te pregunto por la otra. «La otra» sólo la había visto de espaldas, pero atrajo momentáneamente su atención por su esbeltez y su aire de señorío. Alteza dijo don Marcos titubeando , era la duquesa de Delille. Un silencio. Y como si con esto le hubiese pillado su príncipe en falta y necesitara excusarse, se apresuró á añadir: Es muy buena con la Infanta.
De vez en cuando un soplo de viento helado hacía correr por la tersa superficie de las aguas un estremecimiento que las rizaba leve y momentáneamente, como si al mar se le pusiera carne de gallina. Y este estremecimiento se comunicaba al joven presbítero y llegaba hasta el fondo de su ser.
Sin embargo, Juan marchaba, marchaba siempre porque le estremecía, más que la muerte, la idea de infringir los mandatos de la autoridad, y turbar, aunque fuese momentáneamente, el orden de su país. Cada noche se iban reduciendo más sus ganancias.
Al dejar la estacion y penetrar en la ciudad podría uno creer que ha salido momentáneamente de Bélgica y se halla en una ciudad española, triste, abandonada, estacionaria, petrificada por las tradiciones de peor carácter.
Sus oídos zumbaban; sus ojos, cegados momentáneamente, contemplaron un cielo inmenso de color de rosa, el mismo rosa pálido y jugoso de la carne femenil. Algo entraba por su nariz, en doble columna embriagadora, que estremecía su cerebro, reflejándose con la violencia de un latigazo al otro extremo de su organismo.
Palabra del Dia
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