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Bajo este punto de vista, la quina es un tónico poderoso capaz de provocar una escitacion perturbadora que cura momentáneamente la generalidad de las fiebres intermitentes y de las enfermedades que se presentan por accesos.

El calor de la cama alivia la mayor parte de los padecimientos, y, sin embargo, el aire libre produce buen efecto, porque en este estado la accion de uno y otro tiende á fortificar la fibra. El simple contacto aumenta el dolor, y la presion fuerte le alivia, porque corrige momentáneamente la relajacion de los tejidos.

Al contrario, D. Narciso se placía extremadamente en ello, gozaba campando solo en el gallinero. Dirigía la conciencia de la mayoría de ellas y se autorizaba el reprenderlas fuera del confesonario, a veces ásperamente. Casi todas recibían sus correcciones con sumisión, hasta con placer, y si alguna se rebelaba momentáneamente, era para demandar perdón enseguida.

Los tiempos eran de crisis económica: los ricos conocían momentáneamente la pobreza y la inquietud; los Bancos habían suspendido sus operaciones y sólo pagaban una exigua parte de sus depósitos. El millonario se vió privado por unas semanas de su riqueza.

Los sucesos políticos le obligaron á olvidar momentáneamente sus tristezas amorosas. El «viejo barbón» fué derribado de la presidencia de la República por varios generales, antiguos amigos de él y de Martínez.

Permanecían inmóviles en el lugar del saludo, hasta que, avisados por el instinto de las miradas curiosas fijas en sus espaldas, iban á sentarse en un diván rinconero, y allí continuaban su conversación. De pronto, el murmullo del público en torno de una mesa la hacía correr á ella con una curiosidad profesional, abandonando momentáneamente á Lubimoff.

Madó Antonia acabó por serenarse, bebiendo los restos del café preparado para el señor. Ya no tenía miedo, pero sentía honda tristeza por la suerte de don Jaime, como si le viese en peligro de muerte. ¡Acabar de este modo la casa de los Febrer! ¿Y Dios podía tolerar tales cosas?... Cierto desprecio por el señor vino a sobreponerse momentáneamente al antiguo cariño.

Las dos se sonrieron satisfechas de la humillación que creían arrojar sobre Elías, retirándole momentáneamente su confianza. Pues si no puede ser, me retiro. Vaya usted con Dios. Si se ofrece algo, señoras ... dijo el realista. Y contra lo que ellas esperaban, el realista se marchó, dejándolas muy contrariadas. ¡Ay! exclamó Salomé, ¿será posible? ¿Qué? dijo Paz alarmada.

«¡Flor de almendro!...» Al oír la muchacha este nombre en boca del señor, el carmín de una expansión sanguínea ocultó momentáneamente la suave blancura de su tez... «¿Ya sabía don Jaime este nombre?... ¿Un señor como él se enteraba de tales tonterías?...» Febrer sólo vio ya la copa y las alas del sombrero de Margalida.

No, me guardaré muy bien, porque ello iría contra la energía moral embotada momentáneamente por el dolor y porque es necesario, dulcemente necesario llorar al hijo muerto; pero ninguna madre se ha pasado la vida llorando la muerte de un hijo... se llora durante algún tiempo... más o menos largo... pero al fin vuelve el equilibrio moral... llega la resignación... la conformidad... el hábito, te diría, y gradualmente se vuelve a la vida... se vuelve... ¡se vuelve a la risa!... ¡Esta es la verdad en toda su crudeza!