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Pues mire, añadió Simoun en voz baja: necesito que usted me haga entrar algunas cajas de fusiles que han llegado esta noche... quiero que los guarde en sus almacenes; en mi casa no caben todos. Quiroga se alarmó.

» Mire usted, tío repuso Antonia interrumpiéndole, todo eso que usted me dice, no deja de ser, y así lo reconozco, muy noble, y muy hermoso y yo no puedo menos de darle por ello las gracias más cumplidas.

Don Álvaro sudaba de congoja. Don Víctor se le colgaba del brazo, levantaba los ojos al cielo y se divertía en encontrar parecidos entre los nubarrones de la noche y las formas más vulgares de la tierra. «Mire usted, mire usted, aquel cúmulus es lo mismo que Ripamilán; figúreselo usted con la teja en la mano.... »Aquel cirrus negro parece la moña de un torero...».

Ahora salen... , , ahora salen... Mire V. cómo el coche se aprosima... Vamos a acercarnos un poco pa ver salir el reo. ¡Ya empiezan esos malditos a echar a rempujones la gente! Mire usted, mire V.; ya asoma la comitiva. En efecto, los guardias de orden público hacían esfuerzos para despejar las avenidas de la cárcel. En la muchedumbre se engendró un movimiento tumultuoso de vaivén.

Mire usted dijo , hasta la fecha Barbacana no ha podido acabar con este cura, aunque me ha jugado dos o tres buenas.... Pero a jugarlas no me gana él ni Dios.... Sólo que a no se me ocurren las mejores tretas hasta que tocan a romper el fuego.... Entonces ni el diablo discurre lo que yo discurro.

Dijo en esto Sancho Panza a su amo: -Mire vuestra merced, señor caballero andante, que no se le olvide lo que de la ínsula me tiene prometido; que yo la sabré gobernar, por grande que sea.

Sonrió con amargura y añadió: Tengo poca suerte.... No he hecho mal a nadie, me he casado a gusto de papá, y mire usted ¡cómo se me arreglan las cosas! Señorita.... No me engañe usted también recalcó el también. Usted se ha criado en mi casa, Julián, y para es usted como de la familia. Aquí no cuento con otro amigo. Aconséjeme.

¿Separarnos? ¡Jamás! me contestó el buen viejo irguiendo su noble cabeza y acompañando sus palabras con un gesto enérgico que denotaba el profundo sentimiento que le había ocasionado mi resolución. ¿Separarnos? ¡Nunca! me repitió: mire, Julio... Mira, hijo mío agregó, déjame que te tutee, mis canas me dan derecho para ello, ¿es cierto?

Mire V., señor doctor, hace muchos días que esperaba esto... vamos, que me buscara V. ¿V. lo esperaba? Tan seguro lo tenía, que antes de venir he pedido permiso a mi ama doña Carmen. ¿Y qué le ha dicho a V.? ¿Y por qué lo sospechaba V.? ¿Me da V. su permiso para que hable clarito? Se lo ruego.

Llegaron á él muertos de risa y llenos de piedad todos, diciéndole: «Señor licenciado, vuelva en , y mire si quiere beber y comer algo por este desmayoEntonces el poeta, levantando como pudo la cabeza, y algo alborotado, dijo: «Si es Eneas y Anquises, con los Penates y el amado Ascanio, ¿qué aguardáis aquí?