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Actualizado: 12 de noviembre de 2025
«Este chico tiene algo» dijo Bou para sí. Olvidándose luego del muchacho, siguió pausadamente los pasos contados de su metódica vida; paseó un poco por la tarde, comió después, fue al café, regresó a su casa, y cuando se estaba acostando, ¡ay Dios!, oyose un estrépito tal, que no parecía sino que reventaba una mina junto a la casa y que esta se venía abajo de golpe.
Mina, dominada por la emoción del atardecer, sentía el pecho oprimido. En sus ojos había lágrimas. «¡Ángeles, adiós!» Sólo se habían mostrado por unos instantes, como las visiones de felicidad que rasgan el lienzo gris de nuestra vida. Ellos se marchaban, se perdían en el infinito, lo mismo que ella desaparecería, tal vez muy pronto, tragada por la sombra.
Esto era lo que apetecía Plutón. Detrás de ella, á dos pasos nada más, se hallaba una chimenea ó boca de respiración de la mina que él mismo había concluído de abrir el día anterior y que nadie conocía. ¿Por qué no quieres escucharme? ¡Porque no!... ¡Vete! Retrocedió los dos pasos que le faltaban y cayó en el agujero.
¡Vamos! ¡vamos! gritó con voz ronca. Y seguido de los dos mozos se lanzó, á la carrera. ¿Qué hay?... ¿qué sucede? gritaron varias voces. Celso, sin dejar de correr, volvió la cabeza y dijo: Demetria se ha caído á la mina por un pozo. Entonces de aquella muchedumbre salió un grito de dolor. Hombres, mujeres y niños, todos se lanzan detrás de los tres hombres, que les llevaban ya bastante delantera.
Cada noche sale más pronto y es más grande dijo Mina . ¡Qué enorme y qué blanca!... En Europa nunca la vemos así. Asomando a ras del Océano, era el astro una cúpula inverosímil por su amplitud. Hacía recordar el huevo fabuloso del pájaro Roc de los cuentos orientales, grandioso como un palacio.
Creía encontrar en la semejanza de nuestros nombres una identidad de destinos. Yo podía ser la Mina de este nuevo Wagner que empezaba a surgir de la obscuridad. Y así se inició lo que no fue nunca amor, sino un gran sacrificio por la gloria... ¡Ay! ¡Cómo nos envenena el arte cuando lo hacemos consejero de nuestra pobre existencia!
Era un héroe, indudablemente; pero un héroe bueno y simple, lo mismo que un niño, y Mina sintió un deseo de consolarle, de protegerle, como si acabase de despertar la confusa maternidad que toda mujer lleva dormida en su interior. Después tuvo la intuición de que la tal mirada iba á significar mucho en su vida futura.
Tres días después la mina de Laycacota había dado en agua, y su entrada fué cubierta con peñas, sin que hasta hoy haya podido descubrirse el sitio donde ella existió. Los parientes de la mujer de Salcedo inundaron la mina, haciendo estéril para los asesinos del justicia mayor el crimen a que la codicia los arrastrara.
El hospital militar y la llamada real botica son dos establecimientos que pueden considerarse como una mina bien esplotada, ó como un comercio lucrativo siempre, y nunca de pérdidas.
Vueltos de espaldas a la luz, Mina y Fernando se sumían en la contemplación de la noche, sin que sus miradas se buscasen, satisfechos del contacto de sus hombros, que parecían unificar en una sola vibración sus pensamientos y deseos.
Palabra del Dia
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