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Para festejar el éxito y también para enterarse por mismo de las reformas que debían llevarse a cabo a fin de que la mina produjese lo que tenía pensado, proyectó una excursión con los ingenieros y algunas personas de su intimidad. Al principio no pensó en llevar consigo más de ocho o diez.

Se alejó el mozo y cuando se vió solo acudieron á su mente mil dudas. ¡Era extraño aquel percance de Plutón! Mas por otra parte, si había estado en la mina trabajando todo el día, la noticia de la Pura resultaba falsa. En estas cavilaciones enfrascado estuvo algún tiempo. Miró al cielo; vió que era tarde ya para ir á la Braña y volver á la mañana: tampoco quiso llamar en casa del tío Goro.

Pero entretanto la mina se cargaba sordamente: venian noticias alarmantes desde Madrid; D. José Palafox y Melci habia llegado herido desde Bayona, y la relacion de las desgracias de un Rey tan idolatrado como Fernando 7.º habian producido aquella impresion que no podian menos de causar en un pueblo tan generoso y tan fiel como Zaragoza.

Igual suerte tuvieron sus palabras a Mina. Ella sólo contestó con leves movimientos de cabeza, con forzados monosílabos, mientras su palidez iba tomando un ligero tinte de rubor. No ocultaba su vehemente deseo de huir. Parecía tener miedo, no de Fernando, sino de ella misma.

¿Qué dice usted? ¿Se perdió toda esperanza? ¿Estamos condenados de un modo irrevocable? Yo haré en lo posible ensayar la ciencia humana; pero de antemano te declaro que nada puede hacer contra esa enfermedad cuando llega al grado a que ha llegado ya la que mina a Magdalena. Y de los secos párpados del anciano rodaron dos gruesas lágrimas al pronunciar estas palabras. Amaury estaba enloquecido.

Fue en Dresde donde nos conocimos dijo Mina .

#Viaje a Riosa.# El duque de Requena había dado la última sacudida al árbol. La naranja cayó en sus manos dorada y apetitosa. En un momento dado sus agentes de París, Londres y Madrid adquirieron más de la mitad de las acciones de Riosa. La gerencia vino pues a sus manos, o, lo que es igual, la mina.

Cuando llegó a ser su confidente puede decirse que halló una verdadera mina. Amalia pagaba con largueza sus servicios que, en realidad, bien merecían recompensa extraordinaria.

Pues por donde acostumbra cuando yo no voy con ella: por estas alturas... hasta el Miradorio... Primero habíamos paseado juntos por la costa hacia la mina... Yo la dejé leyendo en la Glorieta, y me vine a casa a despachar mi correspondencia atrasada... Cuando acabé, al mediodía, la vi entrar en su gabinete, de vuelta del paseo y muy apurada, porque no sabía que era tan tarde... Por lo visto se enfrascó en la lectura; y con la agitación y el sobresalto... y el sol... ¡Si yo la contaba en casa dos horas hacía!

A ver a la Gallarde o a Tomás. Dos horas, tres horas, según. Mina, los facciosos, la que pasa, el sufrimiento y las esperanzas. ¿Está muy bueno el día? A caballo. De la puerta de Atocha a la de Recoletos, de la de Recoletos a la de Atocha. Andado y desandado este camino muchas veces, una vuelta a pie. A comer a Genieys, o al Comercio: alguna vez en mi casa; las más fuera de ella. ¿Acabé de comer?