Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de junio de 2025
Milly, 17 de abril de 1810. He pasado sola, en Milly, un día delicioso. Hace un tiempo precioso. Nunca he paseado tanto. He leído el primer volumen de un libro interesantísimo; se titula Itinerario de París a Jerusalén, por M. de Chateaubriand. Es una obra excelente.
Nuevamente he regresado de Milly para instalarme en la ciudad: al pasar por Changrenon he comido en casa de Mme. Rambuteau, lo cual me ha causado un placer grande, porque hemos hablado mucho de personajes de París que conocimos durante nuestra juventud. 31 de enero de 1813.
Había sitios entre las torrenteras, tan profundos y peligrosos, y en los cuales sólo nos guiábamos por los negros y gigantescos esqueletos de los castaños inclinados sobre el abismo, que en ellos nos hubiéramos precipitado y perecido, sin la destreza y el vigor de los sufridos aldeanos de Milly. El peso de su preciosa carga les infundía sin duda confianza y valor.
Recuerdo que una vez me dijo señalando con el dedo nuestros campos de Milly: «Hijo mío, esto es bien pequeño, pero sabiendo limitar nuestro deseo a lo que poseemos, resulta grande; la felicidad está en nosotros mismos, y ensanchando los límites de nuestros viñedos no conseguiremos la felicidad.
Para tener una idea exacta de la casita de Milly, donde mi madre y nosotros nos encontrábamos relegados en invierno como en verano, puede verse la descripción hecha en mis Confidencias y la composición poética titulada La tierra natal.
Estos son mis proyectos durante este año; si puedo cumplirlos fielmente, habré empleado bien el tiempo. No hay nada de particular en las anotaciones de este año hasta el mes de septiembre, en el cual se lee: * Vivo sola en Milly con mis hijas y mis libros; esta soledad me encanta. He dado esta tarde un gran paseo por la montaña de Craz, situada detrás de nuestra casa, sobre nuestras viñas.
Mientras no ocurra novedad alguna que nos interrumpa, esta es la vida ordinaria que llevo con mis hijas, con las diferencias naturales que exigen las diversas estaciones del año; mi principal objeto es inspirarles mucha piedad, ocupándolas siempre en cosas útiles. Ayer recibí carta de mi Alfonso; está bien de salud; me parece un sabio en la manera de escribir. Milly, 25 de septiembre.
Allí aprendí de memoria muchas composiciones del incomparable soñador de Milly: «El Lago», «El Crucifijo», «Las Estrellas». Aun las recuerdo, y suelo repetir: Ainsi, toujours poussés vers de nouveaux rivages, Dans la nuit éternelle emportés sans retour.... Y allí, preciso es que lo confiese, allí cometí un pecado mayúsculo, del cual no me arrepentiré debidamente en los años que me restan de vida.
¡Y después, el descanso que sigue a tanta fatiga! El descanso, sí, al mismo tiempo la vejez, porque yo voy envejeciendo, todo me lo indica con la mayor claridad; por ejemplo: estos árboles que yo he plantado, estas enredaderas que yo misma planté en la parte norte de la casa, con el objeto de que no mintiesen los versos de mi hijo cuando describe a Milly en sus Armonías y la espesura que cubre actualmente todo el muro desde los sótanos de la casa hasta el tejado; estas mismas paredes que van cubriéndose de musgo, estos cedros que eran altos como mi última hija Sofía a la edad de cuatro años, y que ahora me dejan pasar libremente bajo sus ramas más elevadas que mi frente; todo, todo en fin, me dice con muda y aterradora elocuencia, que voy envejeciendo, y que mi vida es corta. ¡Ah!
Esta página viene a ser el lirismo de la esperanza, después de la desesperación. Un régimen tan odiado por las mujeres no podía ser por ningún estilo todo lo popular que los historiadores del partido quieren hacernos creer. Continuemos leyendo las impresiones de aquella madre amantísima. Milly, viernes 15 de abril.
Palabra del Dia
Otros Mirando