Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de junio de 2025


Pusimos el hato en el carro de un Diego Monje; era una media camita y otra de cordeles con ruedas, para meterla debajo de la otra mía y del mayordomo, que se llamaba Aranda; cinco colchones y ocho sábanas, ocho almohadas, cuatro tapices, un cofre con ropa blanca y las demás zarandajas de casa.

Ella no contestaba, abandonándose en el brazo que el capitán había pasado por su talle, dejándose arrastrar como si estuviese medio desvanecida, entornando los ojos y ofreciendo su boca. Mientras Ulises iba repitiendo súplicas y caricias, la voz de su cerebro cantaba victoria. «¡Ya está!... ¡Esto es hecho!... Lo que importa es meterla en el hotel

No hay como París para limar lo que hay de sobra de ese género en un cerebro joven. Pero si tiene usted la intención de meterla en un convento... Hasta en el convento, amigo mío... El aire ambiente penetra por las rejas y por los claustros. Dentro de un año se quedará usted asombrado del camino que habrá hecho... y acaso llegue usted hasta a asustarse...

10 de julio. He corrido una porción de conventos. Nunca había visto tantas monjas, mujeres amables, en resumidas cuentas, con una dignidad sencilla y una urbanidad púdica que tienen gran encanto. Después de muchas comparaciones y reflexiones, creo que vamos a decidirnos a meterla en la Casa de Sión, que es la que parece más propia para ella.

Pero D.ª Josefa, hasta que llegó a ella, siguió gritando: ¡No hay justicia que azote a esa mala mujer, que la emplume!... ¡Bribona, que has andado siempre detrás de los curas, como una perra salida!... ¡Meterla en un baño de agua fría para que se refresque!... Otro hujier fue a expulsar a la otra; pero en el momento de acercarse, Obdulia se desplomó, acometida de un síncope.

Esteven la llamaba su Nanita querida; la madre hablaba de mandar construir un nicho muy dorado con dosel y todo, para meterla dentro, como santita que era; Jacinto la traía regalos siempre que podía, y en cuanto a Angela, caso extraño, su antítesis, el polo opuesto de Susana, la respetaba y miraba como algo superior y sobrenatural.

A Belarmino le gustó la voz expeditivo, y la almacenó en la memoria, a fin de meterla en la horma, ensancharla y darle un significado espacioso, nuevo y conveniente. ¿Da usted su palabra? pidió el Padre Alesón. , señor reverendo. Y que sea lo que Dios quiera. Que me place oírle esa expresión devota: que sea lo que Dios quiera. Dios querrá lo mejor. Hasta mañana, amigo mío.

Había que meterla por las bocas de las madrigueras con un cordel en la pata, para tirar de ella cuando se quedaba dormida, ebria de sangre. El Mosco, sin dejar de hablar, sacaba del bolsillo un pedazo de queso, colocábase un pellizco de él entre los labios, y la bicha lo devoraba con grotescas contorsiones. Pero ¡qué rica!

Entonces arrojó la pluma pecadora y se curó de toda tentación de meterla en donde no la llamaran; pero, en cambio, fue desde aquel momento un devoto, hasta lo místico, del arte en todas sus verdaderas manifestaciones, sin temores ni barruntos de que pudiera incurrir jamás en el feo vicio de profanarle con atrevimientos de aficionado, y con la lícita vanidad de ser el único español que, pudiendo, no había molestado a la paciencia pública con una sola «muestra de su menguado ingenio».

Decididamente, las destrucciones que proyectaba el señor Manolo para cuando triunfase la autonomía del Estado castellano, el abatir la selva y meterla el arado, sería una reforma muy revolucionaria; pero así estaba mejor, era más hermosa, aunque la pública utilidad rabiase de coraje. Una señal de alarma de los dos perros sacó a Isidro de sus divagaciones.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando