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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Lo segundo es absolutamente malo, que religiosos se metan tanto en cosas de estado, debiendo solo atender á la salud de las almas, y de sus prójimos, pues se retiraron del mundo para esto; y que con este medio se metan mas en ellas que los seglares, cosa es de grandisimo daño y digna de eficaz remedio, por algunas muy malas consecuencias, que de ello se siguen.
Galantemente recomiendan, previa presentación, á sus primos los patitos y á sus parientes las palomas silvestres. Un caballero, un prócer, un lord, aparece, sombrero en mano, suplicando que lo metan de una vez en la cazuela, sin olvidarse de advertir que aquélla ha de ser grande. Es talludo y obeso; viste impermeable blanco, y su rosada piel indica que tenemos en casa á un caballero inglés.
Delante de las casuchas de la aldea de Charmes, en el umbral de las puertas, en los tragaluces y en las ventanas, se veían figuras viejas y amarillas que miraban con curiosidad la huída de la señora Lefèvre; y las malas lenguas no se apiadaban de su situación: «¡Ah! ¡Vedlos sin casa ni hogar! exclamaban . ¡Para que se metan donde no los llaman!»
Comprendo que se metan un poco con los periodistas, los artistas y otros seres de condición inferior cuando se permiten tirar de la espada: conviene recordar a esas gentes que tienen puños para batirse, y que basta con creces esta arma para vengar la clase de honor que poseen. Pero porque un caballero se conduzca y proceda como tal, la justicia no tiene nada que decir, y nada dice.
Id, buen Montiño, id, que urge, y que os guarde Dios. Que Dios os guarde, señora. El cocinero mayor salió murmurando: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios quiera que estas cartas no me metan en un nuevo atolladero!
I de la misma obra. «Sy la huérfana toviere alhací ó tutor, et la casare... Sy ella lo oviere menester, et fuere su pro, el casamiento sea firme, et non la metan en consejo despues que fuere de edat.» Ibíd. Los eunucos antiguamente eran los camareros que servian en lo interior de los palacios.
Después de una corta vacilación aceptaron el trato, y permitiéndose dar un consejo a la para ellos extraña pareja, dijo el guarda: «Lo que deben hacer ustedes es dejarse de andar de vagancia por calles y caminos, donde todo es ajetreo y malos pasos, y ver de meterse o que los metan en un asilo, la señora en las ancianitas, el señor en otro recogimiento que hay para ciegos, y así tendrían asegurado el comer y el abrigo por todo el tiempo que vivieran». Nada contestó Almudena, que amaba la libertad, y la prefería trabajosa y miserable a la cómoda sujeción del asilo.
Era prohibido tocar a los reos; pero el populacho se desquitaba cubriéndoles de escarnios y maldiciones. ¡Ah! ¡ah! ¡mártires del Diablo, ya veréis cómo escuece! ¡Que os echen dos puñados de sal y un tantico de orégano! ¡Que le metan a ésa un cohete por debajo del rabo pa que le conozco su madre cuando la quema! Una mujer gritó desde una ventana: ¡Arrepentíos, desdichados; pensad en los infiernos!
-No tengáis pena, amigo Sancho -dijo la duquesa-, que yo haré que mis doncellas os laven, y aun os metan en colada, si fuere menester. -Con las barbas me contento -respondió Sancho-, por ahora a lo menos, que andando el tiempo, Dios dijo lo que será. -Mirad, maestresala -dijo la duquesa-, lo que el buen Sancho pide, y cumplidle su voluntad al pie de la letra.
Diríjanse á cualquier magistrado y según el humor en que se halle, les dirá con ironía que se metan en la malla dirigiéndose al ministro del ramo, ó les declarará con indignación que van á dirigir un reto á la justicia. Dirigimos, en efecto, ese reto, exclamó Marenval. Pero no nos dirigiremos á nadie más que á usted, añadió Tragomer.
Palabra del Dia
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