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Adoptada esta disposicion, se consultan infinitos bienes en favor de la humanidad, de los pueblos territoriales, de la provincia de Santa , Còrdoba y Cuyo. Se asegura el tránsito del comercio con el Perú y Chile, y toma la de Buenos Aires la parte que le toca en su suelo; quedando la gloria al Superior Gobierno de las Provincias Unidas, haber sacado, en el término de mayor premura á que ha querido reducirle el génio de la discordia, los frutos mas ventajosos de sus meditaciones, y una felicidad pública, que no ha podido estar

Sus meditaciones y estudios le habían permitido sondear el grande y temerario problema de nuestro destino total. «¿A dónde vamos a parar cuando nos morimos? Pues volvemos a nacer: esto es claro como el agua. Yo me acuerdo decía mirando fijamente á su amigo y turbándole con el tono solemne que daba á sus palabras, yo me acuerdo de haber vivido antes de ahora.

Desde que los días transcurrían para ella en largas meditaciones, la noche en que los dos jóvenes se habían encontrado, le había venido frecuentemente a la memoria, y la escena de la pantalla incendiada, que la había hecho reír primero, le sugería ahora serias reflexiones.

La llegada de Maltrana interrumpió estas meditaciones. ¿Qué dice don Pepe?... Y acompañó el familiar saludo con una suave palmada en el abdomen del clérigo.

¡Mamá! ¡Mamá!... Un coro de voces infantiles estallaba en el interior de la casa, como si implorase socorro. ¡Callad, demonios! Dejadme en paz. Es imposible tener un rato de tranquilidad en esta casa. Y después de imponer silencio con voz amenazante, Eva reanudaba el curso de sus meditaciones.

Mi maleta de campaña no contiene más que libros de teología, y desde que tengo un rato de vagar, entre batalla y batalla, me harto de leer una materia que es para más grata que las mejores novelas. Las tristes horas de la guardia me dan espacio y tiempo para mis meditaciones. Asunción, Presentación dijo doña María con entusiasmo , aquí tenéis un ejemplo que debe sorprenderos y admiraros.

La generala, que se había quedado melancólica, le miraba en silencio suave y tristemente. ¡Pero esto es estúpido! se dijo de pronto Miguel, dando un suspiro. Y resolvió en el acto descender de las alturas y humanizarse. Era difícil, no obstante. ¿Cómo empezar? Empezó tomando una mano de la generala. Esta, completamente embebecida en sus ensueños vagos y dulces meditaciones, no pareció advertirlo.

Don Braulio se abismaba en tales meditaciones, y salía de ellas tan mezquino y ruin a sus propios ojos, que se infundía lástima. Se sentía amilanado y postrado. Miraba a su mujer, que en realidad era hermosa, elegante, discreta.

Hasta la soledad puede lograrse aquí haciendo un esfuerzo. Como yo estoy aquí por una temporada, no puedo ni debo hacerlo; pero, si yo estuviese de asiento, no hallaría dificultad, sin ofender a nadie, en encerrarme y retraerme durante muchas horas o durante todo el día, a fin de entregarme a mis estudios y meditaciones. Su nueva y más reciente carta de Vd. me ha afligido un poco.

Lugar y ocasión admirables eran aquellos para reflexionar, con los trapos sobre la falda, la aguja en la mano, los espejuelos calados, la cesta de la ropa al lado, el gato hecho una pelota de sueño a los pies de su ama. Aquel día doña Lupe tenía, más que nunca, materia larga de meditaciones.