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Actualizado: 11 de octubre de 2025


Después de esto, su más vivo deseo era coger la puerta y huir para siempre de la casa aquella. Antes morir que continuar la farsa de un matrimonio imposible. De estas meditaciones la sacó doña Lupe, que después de media noche volvió a entrar en el cuarto. Envolvíase toda en una manta, lo que le daba cierto aspecto temeroso y lúgubre como de alma del otro mundo.

Por lo que á respecta, el consuelo lo tenía á la mano, y ya se me había presentado en mis meditaciones mucho tiempo antes de que fuera absolutamente necesario apelar á ese remedio.

Porque, en efecto, le suponía infiel mucho tiempo hacía; sin contar con que Emma, en las meditaciones de sus soledades de alcoba, con el histérico por Sibila, había llegado a concebir al hombre, a todos los hombres, como el animal egoísta y de instintos crueles y groseros por excelencia, no creía en el marido rigurosamente fiel a su esposa; más era, tal ente de razón la parecía ridículo, y se confesaba que ella, en el caso de cualquier hombre casado, no se contentaría con su mujer.

Pero ya irá comprendiendo que no hay otro camino... ¡Ay de , que aún me falta un tramo! Dios nos asista. ¡Quién me había de decir a ...!». Al entrar en la casa, pasó insensiblemente del soliloquio al discurso, dando voz a sus meditaciones. «¡Quién me había de decir a que llegaría a ocuparme de que existan boticas en el mundo!

Al mismo tiempo que Cartesio, vivía PEDRO GASENDO, que en algunas cosas discordaban, y se escribieron algunas cartas principalmente sobre las meditaciones Cartesianas, que no agradaban en todo á Gasendo. Fué este tambien Frances, Eclesiástico, y Canónigo de la Iglesia de Diñe en Provenza.

Aquel altarito levantado a fuerza de meditaciones y de gimnasias de la razón, se resquebrajaba como si le temblara el suelo. «El cuarto de la izquierda... de modo que... Eso es estar vendida... Una puerta aquí, otra allí...». Lo que te digo, una patita en la trampa; sólo te falta meter la otra.

Es probable pues, que en el universo hay muchos seres imperceptibles á nuestros sentidos, y para cuya percepcion seria bastante una modificacion de los órganos, ó un cambio en algunas leyes de la naturaleza. ¡Ancho campo de atrevidas conjeturas, y meditaciones sublimes!

Haré merced a mis lectores de las más de mis meditaciones; no hay periódicos bastantes en Madrid, acaso no hay lectores bastantes tampoco. ¡Dichoso el que tiene oficina, dichoso el empleado, aún sin sueldo o sin cobrarlo, que es lo mismo; al menos no está obligado a pensar; puede fumar, puede leer la Gaceta!

Lo por experiencia, : la soledad, el mucho rezar, las penitencias, las meditaciones, las vueltas y revueltas y dolorosos giros del pensamiento, más y más avivan en la pasión que me quema. Lo muy bien, lo veo, lo toco.

Creo algunas veces que aun me mecen susurrándome cuentos al oído. El médico sonreía, y Sánchez Morueta se apresuró á añadir: Pero me siento más feliz, más tranquilo que antes. Además, en estas meditaciones hay algo que me impresiona profundamente y que ni ni nadie podéis negar: la Muerte. Nos hacemos viejos, Luis, y ella llega y no valen para ablandarla riquezas ni ruegos.

Palabra del Dia

neguéis

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