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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Aprobó doña Lupe, y los dos farmacéuticos salieron y tomaron un simón. Por el camino iba Maxi cabizbajo, y la aproximación al cementerio le imponía, subyugando su ánimo con la gravedad que lleva en la idea del morir. «Adelante, niño» le dijo su amigo cogiéndole por un brazo, y llevándole dentro del camposanto.

Del salto se plantó Maxi en la cama, quedándose un instante con los brazos y las piernas en alto. Después dejaba caer pesadamente las extremidades para volver a levantarlas. «¡Bonita noche nos va a hacer pasarexclamó doña Lupe cruzando las manos. Fortunata, desalentada y meditabunda, se dejó caer en el sofá.

La pecadora fue llevada a las Micaelas pocos días después de la Pascua de Resurrección. Aquel día, desde que despertó, se le puso a Maxi la obstrucción en la boca del estómago, pero tan fuerte como si tuviera entre pecho y espalda atravesado un palo. Molestia semejante sentía en los días de exámenes, pero no con tanta intensidad.

Maxi le arrebató el papel de un manotazo. «Te has quedado así como... estupefacta». Déjame en paz replicó ella con un despego que a su marido le llegó al alma. ¡Qué modales, hija! Ya ni consideración. Fortunata parecía que tenía sellada la boca. Comieron sin chistar; él se puso luego a estudiar y ella a coser, sin que el fúnebre silencio se rompiera. Acostáronse, y lo mismo.

El mismo D. Evaristo Feijoo le siguió de mal humor, diciéndole con desabrimiento que no le gustaban los cafés de piano, y que el género y la sociedad no debían ser de lo mejor en aquellas alturas. Estuvieron solos algunos días. No veían por allí caras de amigos, hasta que una noche se apareció en el local una pareja conocida. Eran Feliciana y Olmedo, el estudiante de farmacia amigo de Maxi.

El chico rompió a llorar otra vez, y la madre parecía tan inquieta como él. «Amigo Ballester... ¿sabe usted que me parece que me quedo sin leche?... Mi hijo chupa, chupa y no saca...». No asustarse. Es accidental. Procure usted dormir... A ver: ¿Maxi le ha dicho a usted alguna tontería? Tontería no... verdades... Porque las grandes verdades las dicen los niños y los locos.

Poco a poco se iba desprendiendo el buen Ido de la masa de gente que formaba la tertulia, retirándose de silla en silla, hasta que Maxi le vio en la mesa más lejana, ensimismado, los codos sobre el mármol y la cabeza en las palmas de las manos.

Al llegar la hora de comer, Maxi se despabiló un poco, resistiéndose a tomar alimento. Ellas no tenían ganas de probar bocado, y le instaban a él a que lo hiciese, empleando los más extraños medios de persuasión. Por fin, doña Lupe obtuvo resultado con este argumento: «No yo cómo vas a resistir esa vida de trabajos sin comer algo.

La señora le prometió ponerle la cama en su propia alcoba si el cura roncaba mucho la primera noche. «Pero ahora que me acuerdo, yo también ronco... En fin, ya se arreglará. Aunque sea en la sala te podrás quedar». Llegó Nicolás Rubín a la mañanita siguiente, y Maxi le vio entrar como un enemigo más con quien tendría que batirse.

« me ayudarás prosiguió Maxi con ráfagas de inspiración religiosa en sus ojos encandilados , me ayudarás a propagar esta gran doctrina, resultado de tantas cavilaciones, y que no habría llegado a ser completamente mía sin el auxilio del Cielo. El gran misterio de la revelación se ha renovado en . Lo que , lo porque me lo ha dicho quien todo se lo sabe».

Palabra del Dia

bagani

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