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Actualizado: 20 de junio de 2025


Antonio Spinola con diez y ocho galeras Genovesas llegó á Constantinopla para traer al Marquesado de Monferrato á Demetrio, tercer hijo de Andronico, y de la Emperatriz Irene, y platicando con el Emperador del estado de las cosas de los Catalanes, el Spinola con mas temeridad que cordura ofreció de tomar á Galípoli, y hechar los Catalanes de Thracia, si le daba palabra de casar á Demetrio su hijo tercero con la hija de Apicin Spinola premio debido á tan señalado servicio.

No es esto negar que el marido poseedor del título no pueda ser, y no sea a veces, ya un tonti-loco, ya un desalmado sinvergüenza, ya el más derrochador y vicioso de todos los hombres; pero de todo esto parece inverosímil que no se tuviese alguna noticia antes de la boda y aun antes del noviazgo. ¿Cómo es que el padre y la madre de la niña no se opusieron? ¿Qué ceguedad tan grande no fue la de la misma niña y tan injustificada y tan apenas explicada, ya que su amor no se ve que fuera muy vehemente para rendirse y entregarse en cuerpo y en alma a un perdido, sólo casi con el mero aliciente del marquesado?

Tengo que estar tendido boca arriba sin movimiento, y el Sr. Rodríguez Araña, secretario del Ayuntamiento, me hace el favor de escribir lo que dicto, puesto el pensamiento en ti y en tu hermano, a quienes supongo ya en pacífica posesión del marquesado. »Por tu última carta veo que esperabas aviso de la señora marquesa de Aransis.

Que vivieron en el Cuzco cuatro almirantes, lo comprueba el árbol genealógico que en 1861 presentó ante el Soberano Congreso del Perú el señor don Sixto Laza, para que se le declarase legítimo y único representante del Inca Huáscar, con derecho a una parte de las huaneras, al ducado de Medina de Ríoseco, al marquesado de Oropesa y varias otras gollerías. ¡Carillo iba a costarnos el gusto de tener príncipe en casa!

Eran regidores perpetuos de la ciudad de Palma; marqueses cuyo marquesado había perdido la familia con los entronques matrimoniales, yendo sus títulos a fundirse con otros de la nobleza de la Península; gobernadores, capitanes generales y virreyes de países americanos y oceánicos, cuyos nombres despertaban una visión de fantásticas riquezas; entusiastas botiflers partidarios de Felipe V, que habían tenido que huir de Mallorca, apoyo postrero de los Austrias, y ostentaban como supremo título nobiliario el apodo de butifarras dado por el populacho hostil.

; recojamos aquella lágrima de lealtad, vertida a los pies de una Reina, y guardémosla para engarzarla veinte años más tarde en la corona del marquesado de Casa-Pipaón, concedido para premiar eminentes servicios al Tesoro y al Estado.

Al pasar a una rama colateral la hacienda de los Pazos de Ulloa, fue el marquesado a donde correspondía por rigurosa agnación; pero los aldeanos, que no entienden de agnaciones, hechos a que los Pazos de Ulloa diesen nombre al título, siguieron llamando marqueses a los dueños de la gran huronera.

El principado ruso era para los demás, para las gentes que se deslumbran con la amplitud de los títulos, sin saber apreciar su mérito y su origen; él prefería, como algo más noble, el marquesado español, á pesar de que todos lo ignoraban en España, por carecer de consagración oficial. A los tres convidados del príncipe Miguel los conocía Toledo.

En una carta que con fecha 10 de octubre de 1537 dirigió Carlos V a Pizarro, se leen estos conceptos que vigorizan nuestra afirmación: «Entretanto os llamaréis marqués, como os lo escribo, que, por no saber el nombre que tendrá la tierra que en repartimiento se os dará, no se envía dicho título»; y como hasta la llegada de Vaca de Castro no se habían determinado por la corona las tierras y vasallos que constituirían el marquesado, es claro que don Francisco no fué sino marqués a secas, o marqués sin marquesado, como dijo su hermano Gonzalo.

Se proponía solicitar para él, más adelante, aquel marquesado rancio y glorioso de San Dionisio que estaba sin sucesión desde la muerte de su famoso tío Torreroel. Don Pablo, al dejar el teléfono, saludó a Fermín, impidiéndole con un ademán que abandonase su asiento.

Palabra del Dia

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