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Actualizado: 21 de junio de 2025
El aborrecimiento al ejército y a la marina se hallaba tan profundamente arraigado en su corazón, que no podía extinguirse de pronto. Sin embargo, le era forzoso confesar que la conducta nobilísima del capitán Núñez lo había mermado poderosamente.
Dos disgustos, al decir de Montalván, oscurecieron los últimos meses de la vida del genial poeta. Uno parece haber sido la muerte de su inquieto hijo Lope Félix, que se había hecho militar, sirvió en los tercios de la Marina y peleó bizarramente en varios encuentros. Pereció en un naufragio yendo en una expedición para pescar perlas en la isla Margarita.
Desfiló ante el vapor toda la costa de la Marina; luego, el cabo Huertas, el lejano puerto de Alicante y el cabo de Santa Pola. A la caída de la tarde, el Mare nostrum estaba frente al cabo Palos, y tuvo que navegar aguas afuera para doblarlo, dejando Cartagena á lo lejos.
Que tanto puede la aficion, que un hombre Tiene á sí mismo, que ignorante siendo, De buen poeta quiere alcanzar nombre. En esto otro milagro, otro estupendo Prodigio se descubre en la marina, Que en pocos versos declarar pretendo Una nave á la tierra tan vecina Llegó, que desde el sitio donde estaba, Se ve quanto hay en ella, y determina.
Para despertarle la afición o inclinarle a la marina, le compró una preciosa balandra donde ambos se paseaban por las tardes o salían de pesca. Pero todos los propósitos del buen caballero se estrellaron contra las aficiones terrestres de su sobrino. De la mar no le gustaban a éste más que los peces; pero aderezados ya y humeando en medio de la mesa.
Asió luego de una pesada barra que estaba hincada en el suelo, porque le dijeron que era el tirarla el cuarto certamen; sompesóla, y haciendo de señas a la gente que estaba delante para que le diesen lugar donde el tiro cupiese, tomando la barra por la una punta, sin volver el brazo atrás, la impelió con tanta fuerza, que, pasando los límites de la marina, fué menester que el mar se los diese, en el cual bien adentro quedó sepultada la barra.
En verano, los días que no apretaba el dolor y las piernas estaban fuertes, bajaban a la playa, y el capitán, enardecido a la vista del mar, desahogaba sus dos odios. Odiaba a Inglaterra por haber oído silbar más de una vez las balas de sus cañones. Odiaba la navegación a vapor como un sacrilegio marítimo. Aquellos penachos de humo que pasaban por el horizonte eran los funerales de la marina.
|Legazpi, Ministro de Marina D. José M. de Beránger. |Comandante, T. N. I.º D. Adriano Sánchez Lobatón. |Pelayo, Contraalmirante D. Zoilo Sánchez Ocaña. |Comandante C. N. D. Luis Pastor. |Reina Regente, Comandante C. N. D. José Pilón. |Victoria, Comandante C. N. D. Manuel Dueñas. |Alfonso XII, Comandante C. N. D. José de Guzmán. ESPA
El Museo de los inválidos es en cierto modo la hoja de servicios de la marina británica, orgullo y gloria de los viejos marinos llenos de cicatrices.
Los oficiales de marina son galantes, y una mujer hermosa puede ganarse su afecto.» Ella había pretendido desobedecer. ¡Ir á Francia, donde eran conocidos sus trabajos de antes de la guerra!... ¡Volver al peligro cuando ya se había acostumbrado á la vida segura en los países neutrales!... Pero sus intentos de resistencia no llegaban á realizarse.
Palabra del Dia
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