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Actualizado: 3 de junio de 2025


Algunas veces, este viaje, en el que resultaban más largos los descansos que las marchas, se veía perturbado por alguna pelea que hacía correr la sangre; pero nadie se escandalizaba, pues no es verosímil que una gente que va con armas y ha hecho viajes á través de los Andes pueda vivir en común durante varias semanas, bailando y bebiendo con mujeres, sin que los cuchillos se salgan solos de sus fundas.

Mas, en lo alto, los vientos con sus marchas Pasan para engarzar vivas escarchas En derredor del cristalino encaje Que en excelso ropaje El tronco viste... ¡signo de grandezas! Bajo una blanca trama de finezas. Misterioso tamiz de las virtudes Que alcanzan a divinas altitudes, y parece una espléndida bandera Que cubre un mástil de genial quimera.

Cuando más contentos estaban los alzados, llegó un confidente, no se sabe de dónde, y manifestó á Ivonet que una columna de Infantería, al mando del comandante Sanguily, avanzaba á marchas forzadas sobre La Maya, y que sus exploradores estaban ya muy cerca del poblado.

Pensaba el Comandante General, D. José del Valle, seguir las marchas con el ejército de su mando hácia las demas provincias que estaban sublevadas en la jurisdiccion de Buenos Aires, sugetarlas y socorrer la ciudad de la Paz, que en aquella ocasion supo la tenian sitiada un número considerable de rebeldes, capitaneados por Julian Apasa, Tupac-Catari: pero muchas y muy poderosass razones le impidieron realizar este proyecto, siendo entre todas la mas poderosa, la considerable desercion de sus tropas que cada dia iba en aumento: sin embargo que sabian de cierto no se libertaba alguno de caer en manos de los enemigos, ni salvaban la vida; proporcionándoles por este medio el arbitrio de engrosar sus fuerzas con las armas de que se apoderaban; males que se hubieran aumentado considerablemente luego que se hubiese divulgado iba á alejarlos mas de sus casas, y exponerlos no solo á nuevos peligros, sino tambien á los rigores de una estacion la mas penosa del año, así por los excesivos yelos como por la esterilidad de los campos para la subsistencia de mulas y caballos.

Lo pesado, lo anonadador, son las operaciones y sacrificios que preceden al combate, las marchas interminables, los rigores de la temperatura, las noches á cielo raso, remover la tierra, abrir trincheras, cargar carros, sufrir hambre... No; era demasiado tarde. Ni siquiera tenía un nombre ilustre para que su sacrificio pudiese servir de ejemplo. Instintivamente miraba atrás.

La afición tiene los ojos puestos en ti. ¿Qué tal van esas fuerzas? Gallardo no desconfiaba de su vigor. Los meses de permanencia en el campo le habían robustecido. Estaba ahora tan fuerte como antes de la cogida. Lo único que le hacía recordar este accidente, cuando cazaba en el cortijo, era cierta debilidad en la pierna herida. Pero esto sólo lo notaba después de largas marchas.

Se mataban durante horas y horas, y al final el bando que se veía sin cartuchos se retiraba, dejando el campo al otro. Todos éramos de caballería, porque hacíamos las marchas á caballo; pero en el momento del combate los jinetes se convertían en infantes. Teníamos artillería.

Al entablarse el combate, las «soldaderas» y sus enjambres de chiquillos se retiraban á retaguardia. Otras veces, si el momento era angustioso, la hembra se mezclaba en la pelea para sostener al compañero herido y seguir tirando con su fusil. Guadalupe vivió así; hizo marchas interminables á pie ó á la grupa del caballo de su hombre.

Fermín era el padrino de Rafaelillo, único hijo del señor Paco, al cual también se le había muerto la mujer durante la época de persecuciones y presidio. Los dos compadres emprendieron juntos sus penosas expediciones de contrabandistas pobres. Marchaban a pie, por las veredas más abruptas de la sierra, aprovechando los conocimientos adquiridos en las complicadas marchas de las partidas.

Subido despues de la victoria el trágico suceso de Oruro, dirigió sus marchas hasta aquella villa, donde entró, despreciando la repugnancia que manifestaron los Rodriguez y sus parciales, haciendo fijar en su puesto el escudo de armas del Soberano, que pocos dias antes habia sido hollado, y tremolar las reales banderas por las calles y plazas mas principales: y despues de haber permanecido tres dias en aquel destino, dejó algunos víveres para alivio del vecindario, y se retiró á Cochabamba; pero en Oruro se tuvo el atrevimiento de quitar segunda vez las armas de S.M., luego que verificó su salida.

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