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Actualizado: 9 de junio de 2025
Como el testamento no se encontró entre los escombros, o si se encontró lo inutilizaron hábilmente Bragas y los de la curia, quedáronse en ayunas López y los señores eclesiásticos, que también tenían sus cinco sentidos en las mandas de misas y legados piadosos.
Pero a continuación figuraba una extensa lista de mandas, todas para hijos suyos que declaraba habidos con esclavas musulmanas o amigas judías, armenias y griegas que debían vegetar a aquellas horas, decrépitas y arrugadas, en algún puerto de Levante.
Pues bien, las volveré a meter si tú me lo mandas. Yo no puedo hacer nada que te disguste... Te quiero demasiado para ello... Poco se conoce. ¿Pues? Cuando se quiere a las personas, se las viene a ver... No ha sido por falta de voluntad... Estos días he tenido muchísimo que hacer dijo él, relamiéndose interiormente por el triunfo que empezaba a vislumbrar.
Entró el escribano con los demás, y, después de haber hecho la cabeza del testamento y ordenado su alma don Quijote, con todas aquellas circunstancias cristianas que se requieren, llegando a las mandas, dijo: -Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero, tiene, que, porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno, después de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y, si como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece.
Después caíamos a esta ciudad de Lima, a consumir en los vicios el fruto de nuestros crímenes... Mucho más pudiera decir, sino que no es la ocasión. Rosa suspiró; y el novicio, pasándose la mano por el rostro, alzó la cabeza y prosiguió su relato: ¡Oh alta potencia de Dios, y por cuántos medios mandas la luz a las almas hundidas en la tiniebla!
No es posible determinar por tratarse de una enumeración, si la laguna se encuentra entre la nota 100, o entre éste y el 206; adoptamos provisionalmente la primera hipótesis, para los solos efectos de la puntuación del pasaje. "tanto", en Parte XXI. No riman. Hartzenbusch, B. A. E., XXIV, 476 c, lo da en la siguiente forma: "mandas. Dios con esto... mozo, noble y bien dispuesto."
Estas mandas se adivina que son restituciones por préstamos que le hicieron en sus años de miseria. Hasta ordena que se le entregue cierto dinero «a un judío que moraba a la puerta de la judería de Lisboa», el único en todo el testamento que figura sin nombre. Parientes de Génova no menciona uno siquiera, ni deja nada para residentes en Italia.
El santuario de las Huertas y la imágen que en él se veneraba eran objeto de una muy asídua y particular devocion de parte de los cordobeses al tiempo de la reconquista, y de este culto hay abundantes memorias en los siglos siguientes, así en mandas de testamentos, como en procesiones y plegarias motivadas por varias necesidades públicas.
Ni me verás más en las romerías á tu lado, ni te sacaré á bailar, ni volveré á plantar el ramo delante de tu ventana la noche de San Juan... Y si también lo mandas no volveré á decirte siquiera ¡adiós, Flora! cuando pases á mi vera. Pasaré cerca de ti como si no te conociese, aunque el corazón me quiera salir por la boca. Ni sufrirás tampoco mucho tiempo la pena de encontrarme por esta tierra.
ABIND. Beso tus pies mil veces, gran Narváez; Que harás en eso, aunque es hazaña tuya, La mayor gentileza que en el mundo Ha hecho caballero generoso. NARV. ¡Ah, hidalgos! PÁEZ. ¿Qué nos mandas? NARV. Este preso. Señores, si gustáis de darme, quiero Salir por fiador de su rescate. PER. Haced, señor, de todo a vuestro gusto. NARV. Dadme esa mano diestra, Abindarráez. ABIND. Tomad, señor.
Palabra del Dia
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