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Actualizado: 17 de junio de 2025
Yo lloro mucho, pero es cuando estoy en mi cuarto, porque si lo hago delante de ellas se ríen más y se alegran. Pero lo que más siento todavía no es esto, sino que la directora me tiene prohibido escribir á ustedes. Esta carta la empecé ya más de una docena de veces y la escribo á escondidas. Luego la mandaré al correo por una criada que es de Langreo y se ha hecho muy amiga mía.
Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra. 8 Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, que yo mandaré acerca de ti. 9 Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sin culpa. 10 Y el rey dijo: Al que hablare contra tí, tráelo a mí, que no te tocará más.
Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los negocios a Dios. 20 Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde anden, y lo que han de hacer. 23 Si esto hicieres, y Dios te mandare, tú podrás persistir, y todo este pueblo se irá también en paz a su lugar. 24 Entonces Moisés oyó la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo.
Sólo te quería decir que ya que no me acabes el piso, me des siquiera unas vigas viejas que tienes en tu solar de la calle de Relatores... Ayer fui a verlas. Si me las das, yo las mandaré aserrar... Vaya por las vigas, que no son viejas. ¡Si están medio podridas! ¡Qué han de estar!
El 26 fue cuando la de Tellería, no pudiendo ya contener la ola de tristeza que se desbordaba en su afligido pecho, la vertió sobre el de su buena amiga, previo este exordio patético que nos ha conservado la historia: «También le mandaré a usted el vestido de muselina con visos violeta... y todos mis encajes de Valenciennes, punto de Alenzon y guipure. ¿Para qué quiero nada ya?
No hace falta dijo Refugio con arranque, echándoselas de noble y desprendida . Entre personas de la familia... ¡Ah!, esta tarde le mandaré el sombrero y las demás cosillas. Como quieras... Aguarde un momento, que le voy a decir una cosa. ¿Qué? preguntó Rosalía aterrada otra vez. Le voy a contar lo que dijo de usted la marquesa de Tellería. ¿De mí? De usted... ahí, sentadita en ese mismo sillón.
Y contestando con un gracioso saludo al profundo que ya en lo alto de la escalera le hacían los dos viejos, dijo de pronto: ¡Gallego!... Un momento... Tengo que pedirle a usted un favor... Necesito una cruz sencillita..., una encomienda de Isabel la Católica o de Carlos III, cualquier cosa... Se casa un chico de mi apoderado de Granada y quisiera hacerle ese regalito... Es un poquillo vanidoso y le gusta colgarse dijes... Con que le mandaré a usted una notita... ¿Eh, Gallego?...
Ahora mandaré un hombre a que recoja mi equipaje. Me voy, porque tengo prisa dije. Bueno, bueno me contestó el patrón. Fuí saltando de barca en barca hasta ganar las escaleras del muelle. Estaba desierto. Yo sentía una gran angustia. Al pasar por el taller de tornero de Zelayeta encontré a mi amigo; le cogí del brazo y le pregunté lo que se decía en el pueblo de Mary y de Machín.
Ha conseguido volverme loco... me ha hecho perverso en todo sentido... ¡Ah! le juro que ella misma ha de convencerse de lo que digo. ¡Ahora hace un instante, me negaba un favor baladí... y todo por ultrajar a esa mujer... que vale bien poco, es verdad... pero que, de cualquier manera que sea, es mejor que ella...! ¡Pues bien, o nos dará una satisfacción a la baronesa y a mí, o le mataré a su marido!... De todos modos lo aborrezco; un hombre honrado y todo lo que se quiera... pero a quien aborrezco, sí... ¡hará el retrato de mi amante o lo mandaré al otro mundo!...
¡Oh, valiente y noble joven! dijo la reina : Dios nos lo ha enviado. Clara, sin él, ¿qué hubiera sido de mí? Dios, señora, jamás abandona á los que obran la virtud, creen en él y le adoran. ¡Oh, mandaré hacer en cuanto tenga dinero para ello, una fiesta solemne á Nuestra Señora de Atocha y la regalaré un manto de oro! ¡Oh, bendita madre mía, si yo no tuviera estas cartas en mi poder!
Palabra del Dia
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