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En realidad no lo vió, pues sólo tuvo ante sus ojos una bola de algodones y vendajes sobre una almohada; un fajamiento de momia, del que partían ronquidos de dolor y una mirada vidriosa y resignada. Le habían destrozado la mandíbula, señor; no podía hablar. El cráneo también lo tenía roto.... Y ya no le vi más.

Su vecino asentía compasivamente, acariciando su larga barba blanca, y decía: ¡Dios mío! ¡Es terrible! A Ben-Tovit le complacía observar que Samuel apreciaba toda la intensidad de sus sufrimientos recientes. Refirió por segunda vez cuanto le había sucedido. Después recordó que hacía ya mucho tiempo había tenido un dolor de muelas, pero en el lado izquierdo de la mandíbula inferior.

Tenía el pobre diablo un metrallazo horrible: partida la mejilla, interesada la mandíbula, y desangrándose a más andar por la arteria. Una cura difícil, pero afortunadísima. Muchas hice entonces, y fue aquel el tiempo en que menos me acosó el cansancio moral. Pero en cambio.... Artegui se detuvo, temeroso de proseguir. Diga usted, diga usted interrogó Lucía ansiosamente.

Hemos estado riendo a mandíbula batiente hasta las doce y media de la noche. »Figúrese usted, mi querido doctor, que la Náyade había anclado delante de Ky-Tcheou. No he podido encontrar de ningún modo en el mapa donde cae eso, y estoy desesperada. Los geógrafos de hoy son seres muy incompletos. Ky-Tcheou debe estar al sur de la península de Corea, en el mar del Japón.

Muertos casi todos los oficiales que se habían alojado en el castillo. Su Excelencia tenía la mandíbula arrancada por un casco de obús. Lo había visto en el suelo rugiendo de dolor, sacándose del pecho un retrato que intentaba besar con su boca rota. El tenía el vientre destrozado por el mismo obús. Había estado cuarenta y dos horas en el campo sin que lo recogiesen...

Manolita ofrecía otro tipo distinto, admirándose en ella lozanas carnes y suma gracia, unida a un defecto que para muchos es aumento singular de perfección en la mujer, y a otros, verbigracia a don Pedro, les inspira repulsión: un carácter masculino mezclado a los hechizos femeniles, un bozo que iba pasando a bigote, una prolongación del nacimiento del pelo sobre la oreja que, descendiendo a lo largo de la mandíbula, quería ser, más que suave patilla, atrevida barba.

Y como el señor Sócrates ya se tomó la cicuta, resulta que ya están castigados, no sólo todos los asesinatos de patronos que van perpetrados hasta la fecha, sino los que puedan perpetrarse en el corto porvenir que le queda a la clase patronal. El otro día he recibido la visita de un joven que tenía el rostro asimétrico, la frente huida y la mandíbula prognata.

Y el revolucionario describía al joven enfermo: su cuerpo delgado fortalecido artificialmente por la higiene y la gimnasia; sus ojos empañados y macilentos en el fondo de profundas ojeras, y la mandíbula inferior colgante y como muerta, sin esa energía que la mantiene pegada al cráneo.

Una singularidad de este medicamento consiste en que su accion se limita á síntomas insignificantes en los dientes: sensibilidad en una muela cariada; los dientes de la mandíbula inferior se unen á los de la superior como si el esmalte estuviese cubierto de goma.

Ya en las cuevas de los trogloditas la mujer se pintaba, creyendo agregar con ello encantos a su figura. Las indias se pintaban también. Según Miranda, el historiador del Uruguay, las mujeres charrúas se hacían unas rayas azules perpendiculares, desde la frente a la mandíbula. No es, por lo tanto, el tocado pinturero fruto de nuestra civilización moderna y refinada. Tiene un origen salvaje.