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Actualizado: 26 de julio de 2025


En la necesidad de la venganza, en su odio a los dos malhechores, no había previsto esas consecuencias naturales de su conducta, y al verlas sobrevenir, su tormento había aumentado más allá de toda medida. ¡La víctima inocente caía envuelta, en el concepto de muchos, en el mismo desprecio que pesaba sobre sus victimarios, y algunos iban hasta decir que si la italiana había sido asesinada, merecía su triste muerte por la desordenada vida que había llevado!...

Sevilla varía completamente de aspecto; pero al asistente no dan menos que hacer los malhechores que el mismo Rey, porque Don Pedro no aparece en esta obra bajo el aspecto de justiciero, como en las de Calderón y Moreto, sino como un tirano sombrío, arbitrario y receloso.

De la impasibilidad con que la arrostró, de cuán sereno estaba, de cómo se negó a declarar cosa alguna, de cuán legales eran las disposiciones del comité, de todo se trató debidamente en el pregón de Red-Dog, con el aditamento de una amonestación moral a modo de lección para todos los futuros malhechores, y ya que el editor estaba presente, a su vigoroso inglés remito de buena gana al que me lee.

Pero «el clérigo»le decía a Fonseca: «¡Lo que yo digo es lo que dijo en su testamento la buena reina Isabel; y me quieres mal y me calumnias, porque te quito el pan de sangre que comes, y acuso la encomienda de indios que tienes en América!»Y a Sepúlveda, que ya era confesor de Felipe II, le decía: « eres disputador famoso, y te llaman el Livio de España por tus historias; pero yo no tengo miedo al elocuente que habla contra su corazón, y que defiende la maldad, y te desafío a que me pruebes en plática abierta que los indios son malhechores y demonios, cuando son claros y buenos como la luz del día, e inofensivos y sencillos como las mariposas.»Y duró cinco días la plática con Sepúlveda.

Negra se vio la justicia, negros los criados de doña Guiomar, para lograr, en fin, prender o ahuyentar a los malhechores que con don Baltasar de Peralta, en la casa, por el corral de la del rapista, habíanse entrado. Hallose que de ellos había muerto uno, quedando dos mal heridos, y asimismo heridos algunos de los criados.

I esto hacia porque aun duraba la guerra con el rei don Alonso, pretendiente de la corona de Castilla por los derechos de su esposa la Beltraneja. Isabel en esto comenzó á trabajar ahincadamente en el establecimiento de la santa hermandad, que se habia fundado con el solo objeto de purgar de malhechores todas las tierras incultas, que eran el abrigo de estos forajidos.

En ciencias y artes hubo, a pesar de la Inquisición, hombres eminentes y gozaron algunos tanta libertad, que Francisco de Villalobos, médico de la Reina Católica, pudo decir sin que le viniera perjuicio, frases tan arriscadas como esta: Yo no hablo con teólogos: y si los filósofos se acogen a ellos harán como los malhechores que se acogen a la Iglesia.

Hiciéronse pesquisas de malhechores y homicidas, hubo castigos merecidos, y se puso en quietud y seguridad la provincia. A D. Alonso se le mandó salir de la ciudad.

Presión grande hubo de hacer sobre su espíritu la desgraciada mujer para resignarse a tan atroz desventura... ¡Ser llevada a un recogimiento de mendigos callejeros como son conducidos a la cárcel los rateros y malhechores! ¡Verse imposibilitada de acudir a su casa a la hora de costumbre, y de atender al cuidado de su ama y amiga!

Porque en Londres no se roba; en Londres, donde en la calle acometen los malhechores a la mitad de un día de niebla, a los transeúntes. Nos pedía limosna un pobre. ¡En este país no hay más que miseria! exclamaba horripilado. Porque en el extranjero no hay infeliz que no arrastre coche. Íbamos al teatro.

Palabra del Dia

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