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El Libro de descripción de verdaderos retratos es una colección de ellos, hechos a dos lápices, en que figuran desde el Rey Felipe II hasta artífices que entonces gozaban popularidad y hoy están olvidados: los más del natural, otros valiéndose de copias, todos interesantísimos ya por la calidad de las personas ya por la excelencia de la mano, y algunos tan sobria y magistralmente trabajados que antes que de Pacheco pudieran ser de Velázquez.

La escena siguiente nos representa la despedida de Guzmán y de su esposa; la honradez de este noble matrimonio, expresada con cierto sello de rudeza, así en el fondo como en la forma, característica de la época, está pintada magistralmente.

El barómetro era el único que en aquellos momentos de angustia tenía elocuencia: esta, aunque muda, poseía la más fuerte de las razones. ¡La convicción de la realidad! El descenso de la columna barométrica vertía en nuestra alma las mismas amarguras que tan magistralmente describe el gran fisiólogo del corazón humano en la reducción de su piel de zapa.

Tapices de Flandes cubrían las paredes, una gruesa alfombra el pavimento; del techo, renegrido ya, pero majestuoso, uno de esos techos de madera del gusto del Renacimiento, de enorme relieve, con profundos casetones magistralmente tallados con florones, grecas, hojas, frutas y caprichos admirables, pendía una araña de cristal cargada de bujías de cera encendidas.

Era uno la vista fotográfica, prolija y magistralmente iluminada con colores, de un extenso y magnífico salón oriental, lleno de primores y de peregrinas elegancias. En todo se advertían y se admiraban pasmoso lujo asiático y muy acendrado buen gusto. Se diría que era aquello la prodigiosa cámara subterránea, donde encontró Aladino la lámpara del Genio.

Animada por las confidencias, Amparo insinuó que a ella un señorito, un militar, la seguía alguna vez por las calles. Ya quién es chilló la Comadreja . Es el de Sobrado. ¿Quién te lo dijo, mujer? exclamó Amparo maravillada. Todo se sabe afirmó magistralmente Ana . Pero estás fresca, hija. Ese lo que quiere es pasar el tiempo, y a vivir. ¡Buena gente son los Sobrados!

Don Lope le da un puñal, con que se hiere al entregárselo , y al verlo en las manos de Don Mendo, se ve acometido de una vaga inquietud que lo llena de confusión. Doña Violante, después que Don Lope se ausenta, manifiesta la impresión que ha hecho en ella salteador tan compasivo. La fábula se muestra ya trazada magistralmente, y excita sobremanera la atención para averiguar lo que sigue.

La desdichada Ana Bolena, madre de Isabel, es representada como una mujer voluptuosa y llena de vicios, y á su lado, con colores tan odiosos, el arrogante cardenal Wolsey. El carácter del Rey, tan débil como vano, está pintado magistralmente, notándose en él cierta buena semilla, que vive siempre, pero que no llega á germinar nunca.

Su andar, sus gestos, las posiciones que toma y los movimientos que hace, todo está magistralmente estudiado y ejecutado con inspiración y destreza. En suma, para elogiar a Sarah Bernard, yo me conformo, o más bien me complazco, en ser eco del Sr. Gener o de quien más la elogie.

La descripción de las costumbres de la nobleza española de la Edad Media está hecha magistralmente, y en la exposición hay una vivacidad arrebatadora. La titulada Los hijos de la Barbuda, es parecida á la anterior, y escrita, como ella, en castellano antiguo.