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Actualizado: 15 de julio de 2025
El gran Antonio Moro retrató magistralmente a uno llamado Perejón, que tenían los Condes de Benavente, y en el Museo del Prado le vemos de cuerpo entero y tamaño natural, ataviado con lujo y unos naipes franceses en la mano .
Contuvo a los poneys durante algunos instantes, obligándolos a estarse quietos en su lugar; luego, envolviendo a los delanteros con una doble y larga ondulación de su látigo, los hizo arrancar de un solo golpe, con incomparable destreza, y salió magistralmente del patio de la estación, en medio de un prolongado murmullo de asombro y admiración.
Tras éstas y otras análogas materias, vinimos al caso concreto de mi llegada a la Montaña y sus motivos. ¡Ah, qué atinado, qué elocuente y qué «hondo» estuvo en este particular aquel caballero! ¡Qué bien conocía a mi tío, qué magistralmente me le pintaba, y cuán sinceramente deploraba su estado de salud después de haber oído de boca de Neluco su irrevocable sentencia de muerte!
La orquesta dio principio al acto, tocando magistralmente la obertura de Semíramis. El rector, anciano religioso, honra y gloria de la Orden a que pertenecía, pronunció después un breve discurso, que no pudo terminar.
Tocaba el piano como una profesora y se creía una pobre aficionada; dibujaba magistralmente, pintaba lindas acuarelas, frutas, flores, pájaros, paisajes, y no se daba cuenta de sus aptitudes artísticas, ni de que sabía robar a la naturaleza la línea, el tono, la expresión, el ambiente que aisla y destaca las figuras, el rasgo oportuno que anima los objetos, la tinta desvanecida, vaga, vaporosa, que hace resaltar las imágenes sin endurecer los contornos.
Donde quiera vestidos sombríos y uniformes, bandas de mendigos, mugre, viejos asnos errando por las calles entre la basura, muchachos vagamundos, gentes deteniéndose ó asomándose á mirar al forastero como un animal curioso, en una palabra, la vida casi primitiva ó tradicional de la España castellana, con casi todos los caractéres que Lesage hizo resaltar magistralmente en su Gil Blas de Santillana.
En vez de luchar abiertamente por la libertad del pueblo, apelaban al buen sentido del gobierno, invocaban razones jurídicas y humanitarias, se conducían, en fin, como los «sabinos», tan magistralmente pintados por Andreiev en esta piececita. Un lugar salvaje, completamente inculto. Comienza a despuntar el día.
Palabra del Dia
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