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Actualizado: 18 de junio de 2025
No es cierto; yo debo decirte ahora la verdad, Ricardo; ¿a qué engañarte?... ya no hay objeto: ¡he llorado como un tonto! ¿Has llorado?... ¿Por qué...? ¡Qué sé yo!... Ese nocturno me hizo llorar. La tesis de Tolstoy en la Sonata de Kreutzer... ya ves si hay músicas que no deben tocarse así no más. Pero a Lorenzo le ha hecho bien; ya está curado. ¿Cómo así?...
En otra plaza grande tambien, hay un jardin público, adonde acuden músicas militares los dias festivos: hay profusion de árboles y plantas tropicales, y está regularmente dispuesto, aunque falta gusto y órden. El jardin botánico, llamado así poco modestamente, está fuera de la ciudad y á una distancia de tres cuartos de legua.
Ni juegos ni músicas me eran gratos; no paraba yo atención en la hermosura de mis paisanas, ni en la elegancia y gallardía de Gabriela. ¿No vas a las rifas? decían mis tías. No me divierto; prefiero quedarme en casa, leyendo o conversando con ustedes. ¡No pareces muchacho, Rorró!... replicaba la enferma.
Algunas tardes de día de fiesta, cuando las recogidas se paseaban por la huerta o el patio, la tolerancia de las madres llegaba hasta el extremo de permitirles bailar una chispita, con decencia se entiende, al son de aquellas músicas populares. ¡Cuántas memorias evocadas, cuántas sensaciones reverdecidas en aquellos poquitos compases y vueltas de las pobres reclusas! ¡Qué recuerdo tan vivo de las polkas bailadas con horteras en el salón de la Alhambra, de tarde, levantando mucho polvo del piso, las manos muy sudadas y chupando caramelos revenidos!
Acabados los ensayos se ordenaba á los actores por público pregón que concurriesen al teatro el día prefijado, y al llegar éste, á caballo y al son de las músicas y vestidos de todo lujo, recorrían las calles de la ciudad, suntuosamente adornadas, é inmediatamente comenzaba la representación .
Dormía tranquilamente, y su respiración fácil sonaba como el eco de músicas serafinescas tañidas a la parte allá de lo visible. Miquis y D. José tardaban. Isidora pasó a la sala porque Melchor le había dicho que tenía que hablarle. Era para ampliar sus ofrecimientos. Podía disponer de toda la casa si gustaba.
Pronto se hallaron muy cerca de un soberbio palacio de mármol, tan grande y bello que hasta el mismo genio misterioso, que conducía á nuestra amiga, se quedó absorto ante tanta magnificencia. Oíanse por allí algazaras como de baile ó festín, y músicas sorprendentes. Flotaban banderas en los minaretes y azoteas, y por las ventanas se veía discurrir la gente alegre y bulliciosa.
Para dar principio á la fiesta, la vieja más devota y al parecer más santa, saludando al cacique con reverente inclinación, baja la cabeza, que hiere el cacique ligeramente tres veces con una piedra curiosamente labrada; después da vueltas de rodillas á todo el templo con grandes suspiros y devoción; luego el Mapono bendice todas las partes del templo para santificarle, y con otras ceremonias, que sería largo contar, consagra aquel lugar; y por último, se fenece la fiesta con una gran comida y celebrando un solemne festín de músicas y bailes.
Ya hacía diez días que tenía mis pasajes en el bolsillo, por donde se verá cuánto desconfiaba de mí mismo. María Elvira estaba indispuesta asunto de garganta o jaqueca pero visible. Pasé un momento a la antesala a saludarla. La hallé hojeando músicas, desganada. Al verme se sorprendió un poco, aunque tuvo tiempo de echar una rápida ojeada al espejo.
A lo mejor, el jefe de una legión nota el malestar de sus soldados. Se muestran melancólicos y pálidos, parece que sueñan despiertos, aspiran el aire como si les trajese perfumes y músicas. Esta epidemia militar es más frecuente en la primavera que en el resto del año. «Mañana, maniobras», ordena el jefe.
Palabra del Dia
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