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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Tantos méritos, contraídos en una larga y laboriosa carrera, no le merecieron más recompensa que la de recibir los despachos de teniente coronel; bajando al sepulcro, a principios de 1809, lleno de inquietudes sobre la suerte futura de su familia, a quien sólo legaba un nombre sin tacha.
Mi vida está hecha, y bien hecha, según mis deseos y mis méritos. Es rústica, lo cual no deja de cuadrarle bien: como los árboles de corto crecimiento la he cortado por la copa; tiene menos alcance y menos gracia, menos relieve; se la ve sólo de cerca, mas no por eso tendrá raíces someras ni dejará de proyectar más sombra en torno de ella.
La ausencia del Ferrer cuando él se había presentado en la fragua y la calma de la noche anterior daban que pensar a Jaime. ¿Estaría herido el verro? ¿Le habría alcanzado alguna de sus balas?... Pasó la mañana en el mar. El tío Ventolera le llevó hasta el Vedrá, alabando la ligereza y otros méritos de su barca.
A falta de otros méritos decían de él los de la casa: «Ese es de los pocos que vienen aquí de verdad». Su nombre no figuraba gran cosa en el extracto de las sesiones, pero no había empleado, periodista o tertuliano de la clase de caídos que al ver el apellido de Brull invariablemente en la lista de todas las comisiones que se formaban, no dijera «¡Ah! sí: Brull el de Alcira».
Dícese que fue viéndole trabajar en la fachada de cierta miserable taberna de Meudon, donde uno de los príncipes de la pintura contemporánea echó de ver sus méritos, y tal afecto le cobró a poco, que no sólo lo recibió en su taller, sino lo que es más, dos años después llevólo consigo a Italia.
»Pero, no por mi talento ni por mis méritos repuso fríamente Teobaldo, sino por la protección de algunos amigos. »¡Han cumplido su promesa! exclamé vivamente. »No por completo... dijo en tono de reconvención y dirigiendo una severa mirada a Carlos, que estaba sentado a mi lado. »Luego, aproximándose a él, le dijo: »He venido hasta aquí porque es necesario que te hable.
Leyósele la sentencia con méritos; abjuró formalmente sus errores y fue reconciliada en forma, advertida, reprendida y conminada, y condenada a un año de hábito y cárcel y confiscación de bienes. Beatriz Cortés, mujer de Pedro Juan Terongí, alias el Conde, mercante de oficio, natural y vecina de esta Ciudad, de edad de veinte y un años; fue presa por delito de judaismo.
Miró a Nélida con una fijeza desconcertante; pero ella, en vez de mostrar turbación, avanzaba el rostro y abría la fresca boca riendo con todo el esplendor de sus dientes, como si se burlase de las angustias del pobre Emir. Pero su imparcialidad de muchacha experta en la apreciación y descubrimiento de los méritos varoniles, por ocultos que estuviesen, hizo justicia al árabe.
Catalina Pomar, viuda de Rafael Martí menor, alias del arpa, de oficio botiguero; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de setenta y un años: reconciliada y presa segunda vez por judaizante, relapsa: leyósele su sentencia con méritos y fue relajada al brazo seglar con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta, impenitente negativa.
Los universitarios hablaban de asuntos científicos; algunos doctores jóvenes discutían, con la tristeza rencorosa que inspira el bien ajeno, los méritos del camarada que en aquel momento estaba leyendo sus versos á una muchedumbre inmensa sobre la escalinata del templo de los rayos negros.
Palabra del Dia
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