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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Lo que había entre la loma de este cerro y el espacio limitado por las Peñas de Europa, no era posible descubrirlo, porque lo bajo quedaba oculto por el cerro, y lo alto me lo tapaba una neblina que andaba cerniéndose en jirones, de quebrada en quebrada y de boquete en boquete.

Otro que Pepazos, al ver esto y pensando en la nevada que se venía encima, porque bien claras estaban las señales de ella, habría dejado que el diablo se llevara las yeguas y vuéltose al pueblo por de pronto; pero era, tras de poco avisado, muy terco, nada aprensivo y confiado con exceso en su robustez de encina, y se las apostaría a los veloces animales como si todos fueran unos; y así, corriendo tras ellos de cañada en cañada y de loma en loma, a lo mejor, se vería entre la oscuridad de la noche y con los caminos borrados por la nieve.

Detrás de la loma, y ya más cerca, estallaron cohetes de dinamita y en seguida la gaita y el tamboril de timbre tembloroso, apagadas las voces por la distancia, resonaron al través de la hojarasca del bosque. La gaita hablaba a las entrañas del Provisor y de Petra, ambos aldeanos. Volvieron a mirarse y a sonreírse. Ya vuelven dijo Petra, deteniéndose de nuevo. ¿Llegamos tarde?

Se anduvo 9 leguas por el rumbo del S cuarta SE: una legua al S de este puesto hallamos una toldería de indios sobre una loma llamada el Monton de Huesos, y al pié de una laguna algo grande.

Por eso los perseguía tenaz, irritado. Se separaron. Si las peguetas iban por un lado al escapar del prado que cubrían tiñéndolo de negro, se encontraban con la descarga de Crespo; si tomaban por el otro lado, disparaba don Víctor. El cual se quedó solo, sobre una loma dominando el valle.

Más allá veíanse los campos, que azuleaban con la llegada del crepúsculo, y a lo lejos, sobre la ancha y polvorienta faja del camino, marcábanse como un rosario de hormigas las mujeres que, con los fardos en la cabeza, marchaban hacia el inmediato pueblo, cuya torre asomaba tras una loma su montera de tejas barnizadas, brillantes con el último reflejo de sol.

Al principio pensó que algún tercio de soldados pasaba por aquella parte, y por verlos picó a Rocinante y subió la loma arriba; y cuando estuvo en la cumbre, vio al pie della, a su parecer, más de docientos hombres armados de diferentes suertes de armas, como si dijésemos lanzones, ballestas, partesanas, alabardas y picas, y algunos arcabuces, y muchas rodelas.

Confieso que Juan López me hizo meditar bastante. Nada mas curioso que el renombrado Albaicin. Pero en las cimas de la loma la estructura cambia: allí ningún techo se destaca en el horizonte, de tal manera que si se mirase por detras y de lejos esa loma, no se creería que hay en ella una población.

La orla de álamos que se veía desde lejos servía como de muralla para hacer el lugar más escondido y darle sombra a la hora de ponerse el sol; por oriente se levantaba una loma que daba abrigo al apacible retiro formado por la naturaleza en torno del manantial.

470 En semejante ejercicio se hace diestro el cazador: cai el piche engordador, cai el pájaro que trina; todo bicho que camina va parar al asador. 471 Pues allí a los cuatro vientos la persecución se lleva; nadie escapa de la leva y dende que el alba asoma ya recorre uno la loma, el bajo, el nido y la cueva.

Palabra del Dia

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