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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Cuando volvió en sí se encontró tendido en un banco de madera, a su lado había tres sombras, tres fantasmas, y del vientre de uno de ellos brotaba la luz de un sol que le cegaba con sus llamaradas rojizas. El sol era la linterna del sereno; las dos sombras restantes la Gorgheggi y Mochi que rociaban el rostro de su amigo con agua del pilón de la fuente vecina....
Miró la de Lemos al lugar de donde provenía el ruido, y sólo vió la área luminosa de la linterna. El que la llevaba estaba envuelto en la sombra. La condesa se detuvo contrariada, porque hubiera querido que nadie la viera en aquellos lugares, y se detuvo irresoluta. El de la linterna se detuvo también.
Una escalera de caracol. ¿Y á dónde va á parar esa escalera? A muchas partes, entre ellas á la cámara del rey y de la reina, y á las cuevas del alcázar. ¿Y cómo dísteis con ese tesoro, hermano? Buscando un gato que se me había huído. Sois el diablo familiar del alcázar. Sigamos adelante, que luego volveremos por aquí. Sigamos, pues. Anduvieron algún espacio. Dadme la mano y cerrad la linterna.
Pues allá voy y esperadme. Eso es. ¿Y sabéis que aunque viejo no habéis perdido las fuerzas? Me habéis sacado al terrado como si fuera una pluma. Estas piernas mías... parece providencia de Dios para muchas cosas el que yo no pueda andar de prisa ni valerme. Dadme la mano. Tomad. Estamos en los desvanes. Mi linterna me valga. Nos viene de molde, porque estos desvanes son endiablados.
Fatigados con tanto movimiento y alardes de fuerza, choques y excitaciones vanas, Paco y Joaquín, antes que Edelmira, Obdulia y Visita, dejaron de correr y enredar; y muy serios, con la melancolía del cansancio, se pusieron a contemplar la luna que apareció en el horizonte como una linterna en el campo de batalla de las nubes, que yacían desgarradas por el cielo.
Cuando la luz de su linterna se hubo desvanecido á lo lejos por completo, el joven ministro se dió cuenta, por la especie de desmayo que le sobrecogió, de que los últimos momentos habían sido para él una crisis de terrible ansiedad, aunque su espíritu había hecho un esfuerzo involuntario para salir de ella con la especie de apóstrofe semijocoso dirigido al Sr. Wilson.
Y se presentaba con una prontitud escénica, como si esperase entre bastidores, un lacayo de casaca azul y oro llevando en las manos una linterna sorda y un gancho para huronear entre las piernas de los jugadores, hasta que encontraba el objeto perdido. Una disciplina de buque de guerra, donde cada cosa está en su lugar y cada hombre en el sitio de sus funciones, se notaba en las vastas salas.
Marcos, sin contestar nada, extendió el brazo y tomó de la leñera una gruesa tranca; entonces la vieja, con los cabellos erizados, desapareció por el boquete más próximo como un hurón, y dos segundos después salía con una enorme linterna de cuerno, que Divès encendió tranquilamente con el fuego del hogar.
Pero lo que dio más juego fue cierto aparato de proyección o linterna mágica que uno de ellos compró para dar sesiones en la tertulia. En seguida malicié de lo que se trataba, y más viendo que el que mostraba las vistas era siempre distinto, sucediéndose en esta tarea, que debía ser la más ingrata, por riguroso turno.
Natural era que al rey D. Carlos se guardaran consideraciones excepcionales en el viaje referido: su cronista consigna que ponían á las señoras linternas de hierro mientras se acostaban, después de lo cual el capitán del navío visitaba los lugares y no quedaba más lumbre que en los faroles de popa; una linterna en la cámara del Rey; otra en la de la infanta doña Leonor, su hermana; la de la bitácora y la del castillo de popa «bajo la cual se resguardan los marineros mientras el pito no les llama.»
Palabra del Dia
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