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Vuelto a su asiento, Melchor tomó los diarios y quedó con ellos en la mano, contemplando el paisaje monótono y espléndido al mismo tiempo, como que ante su vista se extendía la llanura, de una horizontalidad perfecta, cubierta en toda su extensión por maizales y linares matizados a trechos con grupos de parvas secas y con los pequeños bosques de las estancias, por las que pasaba el tren como ocupando el extremo de un diámetro que girara sin cesar.

Mientras éste iba sobre Andújar, Ligier-Belair, al vernos retirar y pasar el río, creyó que las tropas de Reding, unidas con las de Coupigny, intentaban extenderse cautelosamente por la orilla izquierda, río arriba, tomando el camino de Linares a Guarromán, para ocupar luego La Carolina y cortar el paso de la sierra.

Y todos, usted, don Juan; y usted, Linares; y yo; todos los villaverdinos, sin excepción alguna, nos empeñamos en cerrar a los jóvenes el camino de la prosperidad. ¡Esto es lo cierto! ¿Dudan de ello? Vamos al grano; dígame usted, mi señor don Juan, hágame el favor de decirme: ¿cuánto gana ese muchacho que tiene usted aquí, y que trabaja de la mañana a la noche?

Llega Vedel a Bailén creyendo encontrarnos, y los franceses que quedaron allí le dicen: «Quía, los insurgentes han repasado el río y van por Linares a ocupar el paso de la sierra; pero el general Ligier-Belair, que ha comprendido el juego, ha marchado en seguida a ocupar La Carolina, de modo que cuando lleguen los españoles, creyendo haber hecho un movimiento de primer orden, se lo encontrarán allíVedel oye esto y dice: «Han ido a cortar el paso de la sierra para impedirnos la retirada y matarnos aquí de hambre y sed.

Este pueblo es de gran antigüedad, ignorándose la época exacta de su fundación. Registrando archivos, se encuentra, en el de Reverendos PP. Franciscanos, la tabla capitular más antigua de su orden, que data del 17 de Abril de 1599, en la que ya figura el nombre de Sariaya, y el nombramiento del Padre Frey Miguel Linares, para su convento de Santa Clara.

Y los miraba de hito en hito. El abogado se acariciaba el abdómen con cierta complacencia de epulón, y Linares bajaba los ojos humildemente, y enclavijaba las manos larguiluchas y exangües, como diciendo: «¡Soy un gran pecadorPues bien: corrupción siempre la hubo, aquí en esta levítica ciudad, y en Pluviosilla, y... vamos, ¡en todas partes! Vagos y ociosos no faltan en parte alguna.

Mi padre le explicaba el argumento y hacía especial hincapié en la tesis, o, como él decía, la idea, a lo cual replicaba el conde, pensativo: «Pues no creas; eso tiene intríngulis:» «¡Que si tiene!... replicaba mi padre, con inocente petulancia . Ya verá el señor conde cuando el drama se estreneProbablemente sería más racional que los de su conterráneo el señor Linares Rivas interrumpí.

Pronto salimos de dudas, porque de boca de los habitantes de Bailén, que salieron en masa a recibirnos, supimos que la división Vedel había pasado por allí en dirección a La Carolina. Nosotros les hacíamos a ustedes en Linares dijo D. Paco, que también salió a nuestro encuentro, rebosando de júbilo . ¡Oh!, Sr. Conde, niño mío... ¿Está por ventura herido Vuestra Excelencia?

Tomaba asiento en el banco monacal. A poco, después de ofrecerme un tuxteco y de encender el suyo, se soltaba: ¿No ha venido Linares? ¿No ha venido el gran tartufo? ¿Qué dice el doctor? ¿No pasó por aquí esta mañana? ¡Tal para cual! El uno, hipocondriaco, quejándose todos los días de una nueva enfermedad; el otro, listo para recetar y sacar los pesos al don Cosme.