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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Frayburu seguía en su desolación y en su tristeza. Dimos vuelta al Izarra y comenzamos a entrar en las puntas. Las luces del puerto se reflejaban en el mar; brillaba alguna que otra ventana iluminada de la ciudad. Fuimos penetrando por las calles estrechas formadas por las barcas en el muelle silencioso. La marcha del patache era lenta; yo les ayudaba a los marineros en la maniobra.
No era ya para ella el indiferente que había creído; las lágrimas que brotaban poco antes de los ojos del joven, María Teresa las sentía caer una a una en su corazón, y las menores inflexiones de la voz lenta y baja de Juan dirigiéndose a ella, semejante a la del sacerdote ante el altar, surgían en su memoria como música misteriosa.
Necesito saber un período de mi historia que durante mi enfermedad he olvidado. Este hombre, que es un honrado propietario aragonés, ha partido para Madrid. Pero me temo que cuando vuelva... Esta tos seca, lenta, sin esfuerzo... Me he visto obligado a guardar cama. ¡Amparo! ¡Una mujer formada por la educación, sostenida por la virtud, por lo exquisito de su sentimiento!
Sólo los grupos de los aficionados sostenían el entusiasmo palmoteando, aclamando a sus respectivos ídolos y entablando disputas ruidosas. La salida de la plaza era lenta, desmayada, contrastando con la llegada, ruidosa como una invasión. Todos parecían cansados y caminaban con cierta lentitud y ensimismamiento, como el que acaba de ser víctima de un engaño o ve defraudadas sus ilusiones.
Mi carrera hubiese sido lenta, y para no amargar los últimos años de mi tío, seguí sus consejos y reanudé los estudios, volviendo a la Iglesia. En un sitio y en otro se puede servir a Dios y a la patria; pero cree que muchas veces, con todo mi cardenalato a cuestas, pienso con envidia en aquel militar que tú viste. ¡Qué tiempos tan dichosos! Aún me tira la espada.
Por las treinta ventanillas del vagón würtembergués que me conducía lenta y pesadamente a través de la Suabia, desfilaban paisajes, montañas, torrenteras, quebradas de magnífico verdor en que se sentía la frescura de los arroyos.
En la lenta convalecencia y total soledad de Nucha, falta le hacía que alguien se consagrase a tan piadoso oficio. Máximo Juncal venía un día sí y otro no; pero casi siempre de prisa, porque iba teniendo extensa clientela: le llamaban hasta de Vilamorta.
Ya dorada se traslada a un puchero grande de barro, provisto de un lecho de buen tocino, y se pone a cocción lenta. Se moja a nivel de la carne con buen vino tinto y el adobo. Se deja que vaya cociendo a fuego lento hasta que espese la salsa. Se desengrasa, y se sirve.
Entre las afecciones diatésicas con fiebre lenta que el cobre puede combatir con resultados, es la tísis pulmonal, si bien pertenece mas especialmente al carbonato ó acetato de cobre.
Pronto se dejó ver la cabeza de la procesión que, procediendo lenta y majestuosamente, doblaba una esquina y se abría paso al través de la muchedumbre que llenaba la plaza del mercado.
Palabra del Dia
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