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Actualizado: 29 de julio de 2025
El tío miraba atentamente el cortinaje del balcón y las piernas de Andresito, que era lo único visible de la pareja. En un momento que Concha cesó de teclear, oyó la voz de Amparo, que sonaba lejana, como amortiguada por las cortinas. Pero Andresito... ¡si somos tan jóvenes! ¡Jóvenes! ¿Y qué importaba eso? Para el amor no hay edades, así como tampoco existían clases.
Poco á poco las formas desaparecieron, todo se convirtió en una inmensa sombra vaga y lejana, y al fin perdí de vista la estrecha faja de la costa marsellesa.
Un inmenso subterráneo conducia desde el fondo de aquella montaña artificial hasta la márgen muy lejana del Tajo, á una gran profundidad, para poder dar de beber á las caballerías, coger agua del rio, etc., etc. Tal era de grandioso el sistema de arquitectura de la vieja España, que ha dejado en todas partes los mas soberbios monumentos.
Al atravesarla sentí el ruido que cerca producía la citada reyerta entre los licenciados y los suizos; oíase lejana algazara, y al extremo de largo callejón vi algunas mujeres que corrían gritando.
Por entre el ramaje de los árboles veíase el cielo azul obscuro de las noches de verano, moteado por el luminoso polvo sideral. Como un sordo rugido semejante al hervor de lejana caldera, llegaban los rumores de la ciudad al paseo obscuro y silencioso.
Después, la exposición de todo el departamento es al sol naciente, cuyos primeros rayos van, a pesar de todos los obstáculos, a posarse todas las mañanas sobre sus párpados aún somnolientos. ¡Figúrate tú la impresión que me ha producido una mujer que no ama el sol naciente, ni el follaje de los sauces llorones, ni el rumor del agua lejana, y que, además, lee a Condillac o quiere hacerlo ver!
En menos de dos minutos el camino quedó libre, salvo en Schirmeck, donde era tal la confusión, que no se podía dar un paso. Materne, alzando la vista a la parte más lejana del camino, exclamó: No hago mas que mirar, pero no veo nada. Ni yo contestó Kasper. ¡Vamos!, ¡vamos! exclamó el cazador ; me parece que el miedo de esta gente atribuye al enemigo más fuerza de la que tiene.
En «La Samaritana» y en «L'Aiglon», v. gr., este sentimiento falta por completo; «Les Romanesques», más que la historia de dos enamorados, es una sátira contra el amor; en «La princesa lejana», la pasión que anima al anciano príncipe es algo abstracto y platónico, casi místico; y en el mismo «Cyrano de Bergerac», no es el Cyrano enamorado, sino el espiritual y heroico, el que predomina.
5 Vienen de lejana tierra, de lo postrero de los cielos, el SE
Sólo a media noche creyeron sentir una lejana detonación y gritos; pero no se repitieron. El Capitán hubiera querido partir al instante; pero la oscuridad era profunda y temía extraviarse. Hubo, pues, de renunciar a su proyecto.
Palabra del Dia
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