Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de julio de 2025


El rumor de la ciudad llegaba en el silencio como la resignación de una lejana queja. Y la cara de Laura, sobre la blancura de los almohadones, parecía diluirse cada vez más en la penumbra azul. Se llevó a cabo, tres días después, la ceremonia del casamiento religioso. Adriana dejó que su madre y su tío dispusieran todo lo que a la situación convenía.

Si su mujer era culpable, ¡qué horrible tragedia la que se preparaba! Y si no lo era, él cometía una bajeza sospechando de su honradez. Iba con el mismo recelo que el ladrón que va a asaltar una casa, ocultándose detrás de las paredes de la carretera en cuanto sentía pasos, estremeciéndose si escuchaba una voz, por lejana que fuese.

La baronesa de Montauron, en cuya casa vamos a penetrar, siguiendo los pasos de su sobrino el marqués de Pierrepont, era una mujer de mucho talento y gracia suma, pero sin corazón: había hallado, sin embargo, modo de crearse sólida reputación de alma generosa, recogiendo cierta joven huérfana, lejana pariente de su marido, la cual huérfana le servía de lectriz, de enfermera y aun un poco de doncella.

El fino y gentil brasileño, dirigiéndose alternativamente a la niña y al grupo, repetía: «Obrigado, muito obrigado...». Pasó un señor muy elegante, con traje gris, galera gris, polainas blancas, muy expresivo en sus ademanes y gestos. «¿Quién espregunté a mi marido. El Payo. ¿El payo Roqué? El mismo que viste y calza. Viste y calza muy bien. Evoqué recuerdos de mi infancia, ya un poco lejana.

Tan pronto se le representaban los versos de algún romance que hacía tiempo leyera en amarillos y arrugados códices, como sentía el rumor de lejana música de órgano, dulcísima y misteriosa.

El caballo criollo, que pudo ser en época lejana tan bueno como el mejor, ha degenerado lastimosamente, y casi puede asegurarse que desde la guerra de Independencia, y como triste consecuencia de ella, no hay caballos en Cuba.

Una banda rojiza y cárdena que se extendía por el Oriente daba al cielo un aspecto fantástico de panorama de feria. La crestería de la sierra lejana teñíase de verde.

Sumido en esta inmovilidad forzosa, cuando le faltaba la distracción de los ejercicios físicos acordábase de la vida anterior, cada vez más lejana e indecisa en su memoria.

El viejo pensaba que Blanca no podía tardar: se oían las voces y las algazaras de las últimas máscaras que se retiraban, y una orquesta lejana, tal vez la del club, tocaba las últimas galopas. Todos aquellos detalles aumentaban la cruel situación del anciano afligido, casi inmóvil, presa de una fiebre terrible.

Y los naturales se habían enriquecido vendiendo á metros la luz del sol, el azul del Mediterráneo, el anaranjado de las montañas, las nubes de apoteosis á la hora del ocaso, el abrigo de la lejana roca, que desvía como un biombo el soplo helado del mistral. ¡Y la tenacidad inexplicable de algunas de estas gentes!...

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando