Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 3 de junio de 2025


Y siguieron cementando en voz baja el suceso, y parecían estar todos de acuerdo en las opiniones más extravagantes y contradictorias. ¡Ya me extrañaba que no soltases alguna coz! ¿Para qué quieres que se registren las casas de los vecinos? Te figuras que te vas a encontrar allí muy apiladito el dinero de don Laureano. Si no se halla el dinero, se hallará algún indicio...

D. Laureano vio un agente de policía acercarse y, envalentonado, se atrevió a decir con tono despreciativo: Anda, anda, sigue tu camino, que todo lo que te he quitado te lo he pagado en buenos billetes de Banco. Los ojos de Concha relampaguearon como los de una pantera. ¿Dinero por mi honra, canalla? gritó en el paroxismo de la cólera.

Sin embargo, la hija del sillero, aunque inocente y simple como humilde menestrala, tenía un genio impetuoso, arrebatado, que en más de una ocasión estuvo a punto de dar al traste con los proyectos de D. Laureano, quien procedía con tiento, con la habilidad suprema que había logrado adquirir en cuarenta años de práctica.

Quiso éste acompañarla hasta su casa: la prendera no lo consintió. Pero cuando se estaban despidiendo cruzó como un huracán a su lado don Laureano Romadonga. ¿Qué le pasa a ese hombre? preguntó la seña Rafaela. No ; va muy pálido. Nunca le he visto de ese modo.

En todos estos lugares había un grupo de jóvenes o de viejos que le juzgaban parte integrante de la tertulia. No había tal. D. Laureano no se entregaba a ninguna sociedad; saltaba de una a otra con la mayor indiferencia.

Bueno, pues cásese usted con ella murmuró con timidez el sillero. Le diré a usted repuso sin inmutarse D. Laureano. Hace ya muchísimo tiempo que no pienso en otra cosa. Mi felicidad mayor consistiría en poderla llamar esposa y presentarla en todas partes como tal... pero... pero el hombre pocas veces consigue lo que apetece con ansia.

Infundirles nueva vida, ¿verdad? dijo Carlota maliciosamente. ¡Eso es! repuso D. Laureano riendo. En aquel momento apareció en la puerta la arrogante figura de Concha. Oye , guasón, ¿qué te has figurao? ¿Piensas que voy a estar hasta que amanezca sola en esa alcoba? profirió sin dirigir el más leve saludo a la compañía, clavando su mirada colérica en Romadonga.

Armaba cada pelotera de vez en cuando con la vecina del segundo, que la casa temblaba. ¡Así me gustan a ! murmuró D. Laureano atusándose con mano trémula el bigote y devorando con los ojos a la hermosa chula, ¡Que muerdan y arañen como los gatos!

Ahora no nos resta más que darle a usted las gracias por la molestia que ha querido tomarse. Romadonga levantó la mano para alejar de aquellas gracias que no merecía, y volvió la cabeza para mirar a la hermosísima chula, que en aquel instante se levantaba del asiento para marcharse. Al pasar junto a ellos D. Laureano le dijo familiarmente: Adiós, Concha: hasta mañana.

Debe de ser muy joven... Lo más que tendrá serán veinte años. Atiende, Concha dijo entonces el mozo en voz alta dirigiéndose a la chula. ¿Cuántos años tienes? ¿Qué te importa? replicó la joven. A nada... pero este señor... Le importa menos. Eso no lo sabe usted dijo D. Laureano en voz alta también. Por sabido. Acaba de echarte veinte años dijo Remigio. Es que no me ha reparado bien.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando