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Actualizado: 15 de mayo de 2025
El milenario rodar de su curso había ido cortando la meseta con una profunda hondonada de una legua ó dos de anchura. El río corría por esta profundidad entre dos aceras formadas con los aportes de su légamo durante las grandes inundaciones. Estas dos orillas desiguales eran de tierra fértil y suelta, pródiga para el cultivo allí donde recibía la humedad de las aguas inmediatas.
El agua cae en una fosa cavada en tierra; luego desborda y se aleja por las calles abajo formando charcos y remansos de légamo verdoso... En el siglo XVI había en Infantes tres fuentes: la de la Moraleja, la de la Muela y esta otra de la ancha plaza.
Esta es la razón por la que casi siempre voy a la espera a pie, zabulléndome en pleno pantano, con enormes botas hechas de toda la longitud que el cuero permite. Camino con lentitud, prudentemente, temeroso de hundirme en el légamo. Me separo de los cañaverales, lleno de olores salitrosos y de saltos de ranas.
Y en busca del gran rey que todas las mañanas, luego de bañarse en el lago sagrado, se revolvía en montones de polvo de oro, cubriéndose de pies a cabeza con esta costra deslumbrante, avanzaban los aventureros por pantanos infinitos, hundiéndose en el légamo con la pesadez de sus armaduras, chapoteando como hipopótamos de acero en un fango de siglos.
El hecho es que cuando llega el verano, cuando las charcas se secan y el blanco légamo de las acequias se agrieta con los grandes calores, es imposible habitar la isla. Yo pude apreciar eso una vez en el mes de agosto, viniendo a cazar ánades silvestres, y jamás olvidaré el aspecto triste y feroz de este paisaje abrasado.
Estos fósiles reveladores que en forma de seres vivientes se agitaban hace millones de años en el légamo de los abismos oceánicos, se encuentran hoy á todas las alturas en las hiladas de las montañas.
Su antigua naturaleza afirmábase de nuevo en su descendencia. Licurgo huroneaba a deshora en la alacena, y Arístides venía de la escuela a casa sin zapatos, dejando tan importantes artículos en el umbral para tener el placer de hacer un viaje por el légamo de las zanjas a pies desnudos. Octavia y Casandra eran descuidadas en sus vestidos.
Aquella huída fue tan rápida como una visión; en el momento que Kasper apuntaba por segunda vez, la cola del último caballo desaparecía entre los matorrales. El caballo del cosaco muerto permanecía solo, junto al agua, porque una rara circunstancia le impedía moverse; su dueño, con la cabeza hundida en el légamo, tenía el pie metido en el estribo.
Y empezó una carrera loca en el profundo cauce, andando á tientas en la sombra, dejando perdidas las alpargatas en el légamo del lecho, con los pantalones pegados á la carne, tirantes, pesados, dificultando los movimientos, recibiendo en el rostro el bofetón de las cañas tronchadas, los arañazos de las hojas rígidas y cortantes.
Palabra del Dia
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